Abandono de infantes y ahora la nueva modalidad, abandono de adultos mayores…

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La Panga

Por Mayahuel Hurtado Ortiz

Uno de los temas en los que más se han centrado los esfuerzos de la actual administración estatal que encabeza el gobierno de José Ignacio Peralta Sánchez, es sin duda alguna la protección a los menores, que abarca desde el ámbito familiar, escolar y social. Para ello existe la Ley de Protección de niños, niñas y adolescentes, que bien aplicada es una garantía para que los menores, en cualquier circunstancia y en cualquier ambiente, puedan gozar del que sus derechos humanos y los que emanan de leyes, están vigentes.

Para ello desde el sector educativo, el sector salud y el trabajo eslabonado de los tres niveles de gobierno, posibilita en gran medida que se detecte a tiempo una conducta que ponga en riesgo a los menores y algunos indicadores que suceden en casa y en el contexto social, que se manifiestan en la escuela o en la revisión médica.

Pero todo tiene su origen en la mala planeación familiar de los matrimonios o parejas, que piensan que traer hijos al mundo es fácil, de hecho hay quienes consideran que tener varios hijos es una muestra de orgullo, de superioridad y virilidad entre hombres, mientras que para algunas mujeres, es la alegría de tener una familia numerosa o bien, el símbolo de la unión para toda la vida con el hombre. Estas formas de vida, deben ser replanteadas desde los responsables de representar a los ciudadanos en una curul, porque es muy bonito tener hijos, pero se deben procrear los hijos que se van a poder mantener y criar en donde se ofrezca calidad de vida.

Y seguimos con otro elemento muy importante como lo son los hijos no deseados, o los embarazos en parejas jóvenes que aún no concluyen su educación preparatoria y universitaria, casos que no van a terminar con final feliz, porque son aun jóvenes y no se encontraban preparados para afrontar los retos de sostener una familia y sacar adelante a los hijos para brindarles alimentación, salud y educación de calidad. En un porcentaje del 80% o más los hijos quedan bajo el cuidado de las abuelas, quienes al ver el abandono de sus nietos, toman la iniciativa de sacarlos adelante. Sin embargo no son los únicos casos que se tienen documentados en las oficinas del DIF municipal o estatal; también están los casos de parejas que abandonaron con familiares y vecinos a sus hijos, en donde en la mayoría de los casos de éste tipo de abandono, los padres son farmacodependientes a algún tipo de droga, o son madres solteras que se dedican a la prostitución.

Es por ello muy importante que se regule el que la procreación de hijos, sea un acto responsable, que dentro de un matrimonio, relación de pareja o incluso una relación extramarital, sea con pleno consentimiento de ambas partes, en donde los padres de estos niños o niñas, vean las necesidades que sus hijos tendrán a lo largo de su vida, no se trata de un juego, sino de un acto responsable. Ahora bien en los casos de parejas jóvenes se deben incentivar las campañas en donde se les hable de la prevención de embarazos y se garantice que hagan conciencia de la gran responsabilidad de ser padres. Desde hace décadas dejamos de ser la sociedad en donde los tabúes no permitían que se tuviera esa información. Ahora existen preservativos, parches, dispositivos intrauterinos y musculares, píldoras anticonceptivas y las del día siguiente, entre otros métodos como el Billings, para prevenir embarazos, pues el aborto nunca deberá ser una opción.

Y se preguntará usted amable lector, lectora, porqué los datos que le presento? La respuesta es sencilla, en las dependencias de salud atienden a cientos de niños con desnutrición, enfermedades crónicas y psicoemocionales como resultado de los diferentes niveles de abandono de sus padres; pero es en el entorno escolar, donde las historias desgarradoras son relatadas por los niños que llegan sin recibir alimentos, ni llevan algo para comer durante el recreo. Pero en algunos casos son niños maltratados y abandonados, que sus padres se caracterizan por nunca acudir a las reuniones de entrega de calificaciones, o bien, no atienden el citatorio del maestro para ver el desarrollo académico y conductual de sus hijos. La omisión de cuidados en los menores trae muchos resultados funestos, como que en la adolescencia se relacionen con personas que delinquen, consumen drogas o bien llevan una vida desordenada sin límites. Y se escandalizan los padres cuando ya no pueden controlarlos, pero si voltean atrás, podrán percatarse de que se presentaron muchas oportunidades para orientar, educar y cuidar la salud en etapas tempranas. En algunos casos esas madres de familia, piden que las dependencias de seguridad que vayan por sus hijos, porque no pueden controlarlos bajo los efectos del alcohol o estupefacientes o simplemente una mala conducta recurrente. En otros casos las madres suben un escalón de cinismo e irresponsabilidad y van al DIF a decir que pretenden que sus hijos vayan a un albergue porque no saben que hacer con ellos.

Últimamente se dio una nueva modalidad de abandono, ahora es a los adultos mayores, en donde están en un asilo en el caso digamos más “amable” y en otros casos terminan deambulando por las calles o viviendo en condiciones infrahumanas. Estos casos estremecen a la sociedad, porque no puede ser posible que los padres sean abandonados por sus hijos. En los casos donde hubo responsabilidad para con los hijos de los hoy adultos se considera un hecho nefasto el abandono de los hijos. Incluso en los casos en donde no fueron buenos padres, debe caber la conciencia de protegerlos porque son parte de nuestra familia, se quiera o no, también son parte de nuestras responsabilidades como hijos.

Es por eso que me atrevo a levantar un pensamiento, que aclaro, no es con el objetivo de aparecer en las boletas electorales, pero si yo fuera diputada local, federal o incluso desde el senado, impulsaría que se reformaran leyes para castigar severamente a quien abandone a los niños, niñas y adolescentes; pero también incluiría a aquellos que abandonan a su suerte a los adultos en plenitud. Pero solo es una idea, un sueño guajiro que en algún momento, todos hemos tenido…