Vivir bajo el puente

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Edgardo Zamora|COLIMANOTICIAS

Colima, Col.- Colima por muchos años ha sido llamada la ‘tierra de las oportunidades’, sin embargo el cambio social y crecimiento de la población ha generado una serie de problemas, principalmente de desempleo.

Por distintas zonas de la entidad, personas han optado por tomar las calles para (sobre) vivir.

Uno de estos lugares es bajo el puente ubicado a la salida de Colima capital, en la intersección de Camino Real con Tercer Anillo Periférico, donde tres personas habitan.

Salvador Panduro, Carlos (x) y Adán Pérez González, llegaron desde hace meses a Colima en busca de trabajo, sin embargo al no encontrarlo optaron por vivir con solo unos cobertores bajo el puente.

Estos se consideran obligados a vivir en la calle en un ambiente de peligro, de agresiones e insalubridad ante la ausencia de una red familiar, social o laboral en la cual apoyarse.

En el lugar existen algunos comedores construidos por el colectivo “CreaParq”, los cuales aprovechan y cuidan.

Salvador Panduro

Salvador Panduro, es de Jalisco, y desde hace varios meses vive bajo el puente.

“Vine a buscar chamba, pero no dan trabajo porque no soy de aquí. He ido a varios lados, pero como lo ven a uno greñudo, piensan que soy ratero, violador, que traigo muchos delitos. Nadie da trabajo”.

Panduro refiere que en algún momento trabajó como ayudante de albañil, sin embargo lo corrieron porque pensaban que era ladrón.

Ha viajado por distintas partes del país, sin embargo, llegó a Colima ya que le dijeron que había trabajo por el puerto de Manzanillo, pero nadie le ha dado empleo.

A pesar de ello, algunas personas sí le han compartido algo de comer.

“Pero me he quedado dos, tres días sin tragar, uno por no ir a pedir, porque se necesita uno ganarse las monedas”.

Carlos (x)

El panorama no es distinto para Carlos, un hombre de edad avanzada procedente de El Salvador y se autodenomina un “artista” y un ser perfecto-imperfecto.

“Bailo, hago show, canto, hablo 4 idiomas, pero no es la verdad esa, la verdad es que tenemos que vivir, solamente eso”.

En ocasiones el adulto mayor saca para una comida al día, pero argumenta que de todas maneras sobrevive.

“He sido un hombre de trabajo y donde me pongan voy, pero no hay muchas cosas que digamos”.

Carlos refirió que se quedó anclado en Colima “por un rato”, ya que se le acabó el dinero, tras salir con dos mil dólares de su país.

Él sólo tiene cobijas y no puede ser feliz.

“¿Quién estará ‘a gusto’ aquí? No podemos estar felices aquí, por que andamos en la calle carnal”.

Sus lazos familiares, dijo, están en Nueva York, Estados Unidos, ciudad y país que no le gusta, motivo por el cual buscó residir en México.

Adán Pérez GonzáleZ

Con un vaso de plástico de frijoles, para darle de comer a un gato que recién adoptó, la historia de Adán Pérez González, no es distinta a la de sus compañeros.

El pasado 7 de diciembre acaba de cumplir 34 años de edad y estaba con sus amigos, simplemente, bajo el puente, como lo ha hecho desde hace 3 meses.

Es originario de Guadalajara, Jalisco, y se dedica a limpiar parabrisas de los automóviles.

“A veces que no me dejan trabajar, ando pidiendo algunos pesos”.

Pérez González explicó que tiene una lesión en el cuello, que le impide cargar cosas pesadas, sin embargo a pesar de ello meterá papeles en Macsa, la Coca Cola o Pepsi, o cualquier empresa para empezar a trabajar.

Al cuestionarle cómo se hizo la lesión, se limita a mencionarlo, y opta por llorar.

“Tengo mis papeles que soy de Guadalajara, tengo mi cartilla militar y donde salí de la escuela, de la secundaria”.

El joven detalló que no ha recibido ayuda de las autoridades, sino caso contrario, elementos de la policía lo quieren llevar a la cárcel.

“Me quieren llevar a ‘guardar’ al bote, pero pues les pregunto por qué”.

El jalisciense se niega a recibir ayuda para ir a algún albergue.

“En mi vida he andado trabajando, caminando, pero no estar encerrado, me les pelo en ‘dos por tres’”.

A pesar de las circunstancias por las que atraviesan los tres intentan mantenerse unidos, bajo la esperanza de que las circunstancias económicas cambien y accedan al mercado laboral y vida digna.