VIOLENCIA IMPARABLE

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Bueno, pues parece que nadie quiere la justicia en el tema de la violencia contra las mujeres en Colima. Este lunes, la diputada Gabriela Sevilla Blanco presentó una iniciativa con punto de acuerdo ante el congreso local para exhortar al gobierno federal a que emita “a la brevedad” una alerta de violencia de género, trámite que a se ha postergado desde el 2014 a pesar de que han crecido los crímenes contra mujeres por el solo hecho de serlo.

Mientras tanto, en el territorio estatal continúan encontrándose cadáveres de mujeres ultimadas por quien sabe quién aunque se prevé que la mayor parte de tales acciones maléficas proviene  de malhechores  de algunos de los carteles asentados aquí. Me imagino que los expedientes duermen el sueño de los justos como muchos otros que no son resueltos por cuestiones políticas o por otros motivos.

Uno  halla mucha información todos los días  en periódicos y redes sociales  acerca de esa violencia en la vida diaria a que son sometidas las mujeres sin que las autoridades se preocupen mucho por atenderla y resolverla. Estamos fritos.  En marzo del año pasado, el gobernador Ignacio Peralta Sánchez se comprometió a que desde ese momento se  iniciaba una nueva etapa de seguridad y de pleno respaldo para todas las mujeres de Colima; aspiro, dijo,  “a una entidad en donde ya no exista impunidad para quien afrente a la mujer colimense. Ofrezco las condiciones para que se pueda permitir la activación de la alerta”. A la fecha no hay tal Alerta.

Números: De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Tecomán ocupa el primer lugar en el número de mujeres asesinadas en la entidad durante el periodo de 2010 a 2015, con 34 casos. Le siguen el municipio de Colima, con 25 asesinatos; Manzanillo con 22; Villa de Álvarez con nueve; Coquimatlán y Armería con tres cada uno.

En total, durante esos seis años fueron privadas de la vida 101 mujeres en todo el estado, lo que arroja un promedio de 17 por año. Por esos días, Martha Zepeda, del PRD, aseguró que  “más allá de ser condecoradas las mujeres; más allá de que existan protocolos teóricos; más allá de que existan discursos, debe haber realmente una voluntad por acabar con la violencia y la desigualdad  existente”.

Esos números ejemplifican  que  se ha avanzado poco en políticas de protección a las mujeres. Que son víctimas fáciles de cualquiera que las quiera dañar. La semana pasada, para no ir más lejos, fue acribillada en Chihuahua una reconocida periodista no solo porque era mujer sino por su actividad profesional. Este crimen fue ejecutado por un profesional del crimen  que no le dio tiempo de nada. Si hubiera sido hombre el ejecutado, quizás habría podido defenderse de alguna forma, pero como era mujer confiada, generosa,  no reaccionó en su defensa.

Colima no es Chihuahua, sí, pero también aquí ocurren crímenes espeluznantes todas las semanas. En carreteras y brechas, hay mucha sangre regada de mujeres inocentes. Tendremos récord a fin de año en este rubro. Ya lo verán.

La pregunta obligada es: qué están esperando las autoridades para que  instituciones federales, estatales y municipales  se organicen e implanten condiciones de protección, favorables para ellas. ¿Quieren más muertes, o qué?

Qué pena por el congreso local, insensible a más no poder. Qué pena me da su triste condición de ignorar los crímenes y la violencia inusitada contra mujeres. ¿Son humanos la mayoría de sus integrantes? Queda a las organizaciones que  persiguen el bien común, la protección a los derechos y la dignidad de las mujeres, seguir luchando para que se respete su derecho a una vida sin violencia y su dignidad, cuestión que por lo visto a  muchos otros poco o nada importa.