UNO MÁS

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AL DESNUDO

Por: Édgar Rodríguez H.

Han pasado poco más de 7 meses desde que Andrés Manuel López Obrador asumió oficialmente el cargo de Presidente de la República y en consecuencia también quienes conformaron inicialmente su gabinete y ya registra 7 bajas en su 4T que, se quiera o no, han generado incertidumbre. Entre las renuncias más importantes está la de: Tonatiuh Guillén, quien renunció al Instituto Nacional de Migración (INM); la de  Josefa González Blanco Ortiz Mena, quien dejó la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); la de Germán Martínez Cázares, quien renunció al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y recientemente, este marte 9 de julio, se dio la de Carlos Manuel Urzúa Macías, quien deja la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), no sin antes publicar en redes sociales (Twitter) una carta en la que explica los motivos haciendo algunos señalamientos importantes.

La carta, en algunos de sus pocos párrafos, hace referencia a un “patente conflicto de Interés” de personas influyentes del gobierno de AMLO. En otra parte hace referencia a que le resultó inaceptable la imposición de funcionarios carentes de conocimientos en la materia de la Hacienda Pública y del impulso de medidas económicas sin el suficiente sustento. “Discrepancias en materia económica hubo muchas”, dice.

Con la lectura de la carta quedan muchas interrogantes a las que cada quién podría darles un significado y una respuesta, sobre todo a la parte que habla de la toma de decisiones de política pública sin suficiente sustento y que podrían enfocarse, entre otras, al proyecto de infraestructura del Tren Maya o la construcción de la Refinería de Dos bocas, por ejemplo.

De lo único que se podría estar seguro, independientemente si se conoce o no quienes son esos funcionarios sin experiencia impuestos por personajes influyentes, es que la economía del país a poco más de 7 meses, no tiene pies ni cabeza, y por donde se le vea, la renuncia de Carlos Urzúa Macías, es una pésima señal que evidencia hasta el momento la inexistencia de un avance financiero o definición clara de una política económica de la 4T.

Desde esta óptica todas las renuncias, pero en especial la del ahora ex secretario de Hacienda, debe ser una llamada de atención para que el presidente López Obrador rencauce sus decisiones en materia económica. La llegada emergente de Arturo Herrera logró calmar los mercados financieros momentáneamente, pero no garantiza que las pugnas al interior del gobierno en materia económica se resuelvan y con ello se cierre el boquete en la línea de flotación de la 4T,  incluso si no se toman las medidas necesarias el boquete podría hacerse más grande.

Y es que Carlos Urzúa, como parte del gabinete del AMLO, representaba un contrapeso importante en cuanto a rigor financiero, económico y de mercados. Con su renuncia no sólo se pierde, también se diluye la expectativa de crecer más de uno por ciento este año, aunque Arturo Herrera, por órdenes de su jefe, diga que no y afirme que todo marcha sobre ruedas.

Pero lo cierto es que si AMLO continúa siendo quien tome las decisiones en materia económica y financiera, ni Arturo Herrera con su experiencia y relaciones en los circuitos financieros internacionales, podrá sacar a flote el barco.

Se dice que…

*En la mayoría de los casos cuando un funcionario ya no le es de utilidad al su jefe, es obligado a renunciar, pero en el caso de Carlos Urzúa es diferente, renunció por su propia voluntad al haberle perdido la confianza a su jefe el presidente.

*Héctor de Mauleón lo describe muy bien en su columna cuando refiere:  En los anales de la Secretaría de Hacienda existe el caso de un desacuerdo igual de grave al que acaba de tener el exsecretario Urzúa: el que Hugo B. Margáin sostuvo con el presidente Luis Echeverría.

Margáin solo le aguantó el paso a Echeverría hasta la mitad del sexenio. Los gastos inmoderados que ocasionó el proyecto populista del mandatario fueron encendiendo una y otra vez focos de alarma en Hacienda. Echeverría gastaba en obras faraónicas, repartía dinero a manos llenas, adoptaba políticas públicas sin reflexionar en las consecuencias que estas podrían traer en el futuro. Llevaba al gobierno a cometer “errores administrativos muy serios”, según recordó el propio Margáin en una entrevista con Proceso (1977).