TONALTEPTL

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Por Gustavo L. Solórzano

El calor se vuelve insoportable, aquello que comenzó con una pequeña flama rápidamente se convirtió en un horno de dimensiones insospechadas. ¿Ignoro si usted que me lee ha estado cerca de un incendio? Además de desesperante, genera angustia, ansiedad y hasta miedo.

He compartido anteriormente que me integré al cuerpo de Bomberos Voluntarios cuando alcancé la mayoría de edad; luego entonces, tuve la oportunidad de servir a mucha gente que se vio afectada en sus propiedades por una “quemazón”, como decimos en Colima.

Un ser humano empieza a deshidratarse cuando su cuerpo está expuesto a un ambiente natural o inducido a 30 grados. A los 41 grados las células empiezan a morir, dependiendo claro, de la zona en que la persona viva, porque el ser humano tiene una maravillosa capacidad de adaptación. Existen datos de que la gente en la India soporta en algunos lugares hasta los 50 grados; sin embargo, si alguien llega a encontrarse en un espacio done la temperatura llegara a los sesenta grados, su muerte sería inminente en un lapso no mayor a diez minutos. Insisto, con ligeras variaciones dependiendo de la zona en que se vive y de la adaptabilidad de la persona.

Alguna olas de calor afectan severamente al grado de que personas y ganado, la fauna en general fallece, se sabe que cuando estas olas de calor azotan los lugares más poblados los muertos se cuentan por millares: en la India murieron más de 2.000 personas en 2015 por ejemplo. En la ola de calor de 2003 en Europa murieron entre 5.000 y 10.000 personas en Francia y unas 6.500 en España. En Italia murieron 20.000, otros 1.300 en Portugal y 9.000 en Alemania. “Estamos viendo cómo las consecuencias ocurren en tiempo real, en la forma de olas de calor, inundaciones, sequías e incendios forestales sin precedentes. Y lo hemos observado todo durante este verano”, señaló Michael Mann, científico del clima y director del Centro de Ciencias del Sistema Terrestre en la Universidad Estatal de Pensilvania.

Hace unos días, el bosque de la Primavera en Guadalajara, Jal.  Sufrió afectaciones en al menos mil 900 hectáreas sin mayor trascendencia que lo informado por los periódicos del lugar.  Ningún magnate le interesó invertir un céntimo para la recuperación del lugar y ningún culto mexicano rasgó sus vestiduras por el daño irreversible generado en la flora y fauna del lugar.

En el caso que menciono, tampoco el gobierno de la republica expresó condolencia alguna, ante el daño que afecta a la biodiversidad, no solo del vecino estado, sino del propio planeta. A nadie le duele la cabeza sin tener un origen en otra parte del cuerpo, el “dolor” solo es un reflejo de una falla o desajuste corporal, en consecuencia es necesario atender la causa y no solo el síntoma. Hoy la tierra está enferma, saturada de humanos inconscientes que parece preocuparles más el arte, que la vida. 

ABUELITAS:

Fui al cine de San Fernando por dos objetos que olvidé, tomando en cuenta de que asisto a una empresa seria y no a una carpa, dicho sea con todo respeto para los artistas que laboran en ella. Regresé para recuperarlos tres o cuatro días después, la respuesta amable fue “ya no están”, “pero si gusta llamo a gerencia para ver que le dicen”. De inmediato asentí que sí, instantes después viene un joven que me interroga nuevamente y  me dice que “la empresa no se hace responsable por objetos olvidado y no reclamados en un lapso de 24 horas” y señala  un letrero en la pared, “ahí dice, pero como trae una mascarilla médica se los voy a regresar”. Me retiré contento de recuperarlos. Es cuánto.