TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Desde niño tuvo talento para las matemáticas y una memoria prodigiosa. Se dice que no necesitaba hacer planos, pues lo retenía todo en su cabeza, y que sólo dormía tres horas al día. Estudió ingeniería en Viena y Praga, trabajó en varias compañías eléctricas europeas y en 1884, con 28 años, se trasladó a Nueva York. Allí disputó con Tomás Alva Edison la “Guerra de las Corrientes”, pues éste defendía la corriente continua, estándar entonces en la iluminación de las ciudades, y Tesla la alterna, que terminó imponiéndose. Westinghouse compró su patente, instaló un generador en las cataratas del Niágara –la primera central hidroeléctrica– y solucionó su economía; pero luego Tesla, en otro de sus gestos nada prácticos, renunció a los royalties como agradecimiento a la compañía y se arruinó.

En sus últimos años de su vida Tesla se volvió más oscuro y excéntrico. Vivía en hoteles de los que se iba cuando no podía pagar la cuenta, propuso iluminar parte del desierto del Sáhara para que lo viesen los marcianos y se dedicó a construir la Wardenclyffe Tower o Torre de Tesla para probar su sueño de transmitir energía gratuita por el aire, sin cables, aprovechando la conductividad de la ionosfera. Como muchos genios murió pobre y solo, con la única compañía de las palomas que alimentaba. Nikola Tesla (1856-1943) inventó el siglo XX. Le debemos la radio, las bobinas para el generador eléctrico de corriente alterna, las bujías, el alternador, el control remoto y otros descubrimientos que han hecho más fácil la vida. Sin embargo, el gran público desconoce a este genio serbio nacido en el Imperio austrohúngaro, que para colmo tuvo que ver como otro hombre recibía el Nobel por uno de sus inventos.

El talento científico de Tesla era tan grande como su torpeza a la hora de ser práctico: él inventó la radio en 1895, pero el italiano Marconi –que usó un oscilador de Tesla para transmitir señales a través del océano– presentó la patente en 1904 y en 1909 ganó el Premio Nobel. En 1943, la Corte Suprema de EE UU reconoció el mérito de Tesla y le devolvió la patente, cuando Tesla y Marconi ya habían muerto. Ingeniero mecánico, eléctrico y físico, Tesla amaba la ciencia pero miraba con cierto desdén los negocios. Esto provocó que muchos de sus inventos no fuesen puestos bajo protección de patentes o que otros se los robasen sin mucha consideración. Entre otras cosas, Tesla Predijo la posibilidad de realizar comunicaciones inalámbricas con antelación a los estudios llevados a cabo por Marconi, y en su honor se denomina tesla a la unidad de medida de la intensidad del flujo magnético en el sistema internacional.

Nikola consideraba que sus inventos ayudaran a la humanidad por encima de cualquier premio o reconocimiento, incluso económico; lo que en aquella época y menos hoy día, ningún científico o inventor estaría dispuesto a ofrecer a la sociedad. Tesla siguió desarrollando la transmisión de energía gratuita por todo el mundo en el laboratorio que construyó en 1889 en las montañas de Colorado Springs.

Creó una torre de alta tensión para demostrar el transporte de energía sin cable y gratuito y al pedir más dinero para seguir con las investigaciones, se lo negaron con intención premeditada. Sin duda un gran hombre y científico destacado que no sobrevivió a los “intereses” de su tiempo. Aprovecho para reiterarle a usted que me hace favor de leerme mis mejores deseos en este 2018, bendiciones. Es cuánto.