TAREA PÚBLICA

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LA POBREZA NO CEDE

Por Carlos Orozco Galeana

La pobreza en el mundo y en México en lo particular es objeto de estudio por los científicos sociales; créanme ustedes que se gasta normalmente miles de millones de dólares o pesos en dar con las causas que la originan. Se promueven foros mundiales, continentales, regionales y nacionales donde expertos y jefes de gobierno proponen soluciones, pero de que se resuelva de manera categórica pues no ha ocurrido.

En nuestro país, 4 de cada 10 mexicanos viven en situación de pobreza. Ni el programa Oportunidades, ni el Progresa ni tantos otros aplicados más antiguamente han resuelto ese tema de desigualdad ancestral puesto que se han ignorado las causas que la originan y se ha puesto más atención a los efectos.

Esa proporción significa que 41.9 por ciento de la población (52.4 millones), carece de ingresos para adquirir la “canasta alimentaria”, los bienes y servicios que requiere en la vida cotidiana como vestido o transporte y sufre al menos de una “carencia social”.

Un dato duro proporcionado por el Consejo nacional de evaluación de la política de desarrollo social, Coneval, difundió lo anterior al presentar la medición de la pobreza 2008- 2018, plazo durante el cual se estancó la reducción, o sea ya no disminuyó como se venía registrando aunque sea mínimamente.

La pobreza pasó de 44 por ciento en 2008 en 2008 a 41.9 en 2018, pero aumentó la población en pobreza de 49.5 millones de personas a 52.54 millones.

Esa desfiguración humanitaria demuestra que la pobreza es un flagelo que no deja crecer al país. La población rezagada no ha tenido acceso históricamente a bienes fundamentales como educación, empleo, vivienda, energía eléctrica y otros servicios. Sin estos satis factores es dura la vida. Hay mucha gente abandonada en nuestro país que necesita auxilio, que se le arrope, que se le apoye para que tenga una vida digna, con trabajo justamente remunerado. En casos de desastre, sufre muchísimo. Son millones de mexicanos que, al no tener oportunidades de ganarse el pan de cada día con su trabajo, tienen que estirar la mano para que las instituciones le hagan llegar al menos una parte económica para su sustento.

Como dijo recientemente el gobernador Ignacio Peralta, tiene que invertirse más en salud, educación y en combate a la pobreza con la intención real de sacar adelante a las familias vulnerables. “Más que regalarle el pescado a la gente, ha de enseñársele a pescar, con la visión de no regalar dinero”.

Ante la situación de pobreza, la Arquidiócesis de México instó al gobierno a construir un camino de auténtico desarrollo a través de “políticas públicas a favor del ser humano”, para así cumplir con las expectativas de crecimiento y bienestar de toda la población.

Denunció la situación de desigualdad que vive el país y afirmó que “mientras los sistemas económicos no estén sujetos a las exigencias

de la ética y los políticos y economistas sigan propiciando la especulación financiera como promotor de riqueza, seguirá aumentando el desequilibrio social y la pobreza en el mundo”.

En la óptica eclesial, hay un fuerte deterioro de la economía de la mayoría de la población, especialmente de los más pobres debido a la disminución del poder adquisitivo de la población; los obreros y empleados se ven en la necesidad de trabajar más horas, y los campesinos difícilmente aumentan sus ingresos. México tiene a los trabajadores menos pagados de Latinoamérica, esto es un crimen.

Coincido con la Arquidiócesis, faltan decisiones que reordenen las políticas públicas a favor del ser humano para alcanzar mejores niveles de justicia y desarrollo. La inequidad social es el gran desafío para el mundo, y especialmente para nuestro/país.