TAREA PÚBLICA

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FAMILIAS LATINOAMERICANAS

Por: Carlos Orozco Galeana

La familia como institución está enfrentando una dinámica de destrucción fraguada por intereses que le son opuestos. Hay una ola que nace en Europa  y llega hasta América para transformar esta institución que estorba a grupos que pugnan por establecer nuevos modelos de vida acordes a necesidades individuales. Estamos frente a  olas enormes  de intolerancia, pues los del movimiento gay se disgustan si la gente cuestiona su proceder aunque eso se haga  en forma comedida. Se ha de pensar como él lo piensa.

Ante esta realidad que trata de imponerse, la iglesia católica opone sus razones. Para el sacerdote Leónidas Ortíz Losada, Secretario general adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), existen 4 importantes desafíos en América Latina respecto a la familia: la formación integral de las personas, la educación en la fe, la proyección de la familia a la vida social, y que la familia defienda realmente la vida”.

“Los estados o países que protegen la familia, es decir, donde la familia es el centro, donde hay atención económica para ellas, donde hay una defensa en la misma legislación, donde tiene parte en la vida educativa y política del país, crecen y se desarrollan de una manera integral, pero los países que destruyen a sus familias poco a poco pierden la institucionalidad”; es necesario  trabajar en nuestros países y defender la familia en todos los aspectos: en lo pedagógico, político, económico”.

Esto mismo, en México, se le ha expuesto al presidente Enrique Peña Nieto, que envió una iniciativa cuestionada porque sufría la presión del movimiento gay internacional.

El P. Leónidas dijo también que el núcleo de la familia es el amor, que es el centro de la vida doméstica. El amor tiene 4 características esenciales: el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento”.  “Este es un punto clave para América Latina: comprender realmente lo que es el amor. Se habla mucho de amor en las canciones, en la poesía, pero no se entiende realmente lo que es el amor”, indicó el sacerdote.

Estas palabras son muy profundas. Ningún grupo humano puede llamarse familia si no se basa en el amor. He conocido esposos que  viven juntos pero están divididos. Son de apariencia y hasta enemigos irreconciliables a pesar de los muchos hijos que procrearon.  Cada uno anda por su lado. Se destrozan a sí mismos cada día. Cada uno con afanes distintos, con sus conveniencias. Los hijos, ni se diga, todos observando lo que acontece con tristeza y miedo. Hay sacerdotes que recomiendan la separación de  los esposos antes de que estos  vivan  en silencio o como perros y gatos, peleando a diario. Eso no es vida.

Cuando hay tirantez matrimonial, esos cuatro elementos que cita el Padre Leónidas, simplemente no existen.   Más bien, los esposos desean andar lo más retirados uno de otro, no se importan nada. Y por lo que concierne a la recomendación de CEPAL,  es  cierto que hay un camino largo que recorrer en cuanto a fortalecer a las familias.   Falta una educación  en los centros de estudio que realmente forme a la persona, que comuniquen lo fundamental de entre la cauda de valores que  rigen la vida. La educación en la fe ha de ser también un propósito esencial al interior de las familias; cuando se olvida la religión, aparecen las primeras grietas amenazantes de una felicidad integral.

Por proyección de la familia debemos entender pues todas aquellas tareas vinculadas a  la superación en los fines que ellas persiguen; han de preocuparse primero por satisfacer lo suyo, lo propio, para luego replicar lo logrado, lo bueno, en la comunidad.  No se olvide: familias fuertes hacen sociedades fuertes; familias débiles provocan desunión, desesperanza, violencia  y muerte.