SALUD: DERECHO Y OBLIGACIÓN

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TAREA PÚBLICA

Por: CARLOS OROZCO GALEANA

Poco espacio gana en medios  anuncios de programas institucionales que o  atacan problemas graves que inciden en la pérdida de la calidad de vida de gran parte de la población. Hay preferencia por información  relativa a  elecciones, a la vida de los partidos, a los hechos sangrientos, a los espectáculos deportivos, a la corrupción, etc. Y de lo que es bueno o puede ser bueno, poco se dice.  Una grata noticia es cuando instituciones públicas se ponen de acuerdo en resolver problemas añejos.

La SEP, ese monstruo burocrático y la SSA, con esta misma característica,  aplicará  una estrategia de salud en escuelas primarias y secundarias  en 12 estados del país como prueba piloto a partir del próximo ciclo escolar. Y en una fase posterior, los libros de texto tendrán un “cambio de enfoque” que incluirán aspectos interrelacionados con el  desarrollo corporal y emocional.  Así lo explica el subsecretario de Educación Básica Javier Treviño: se busca promover capacidades físicas  con actividades como baile motor, actuación y deporte educativo;  y un desarrollo nacional que implique  el fortalecimiento de capacidades  para comprender emociones propias y ajenas.

Por el lado de salud, la secretaria del ramo se percató que el problema de la obesidad en el país comienza con la mala alimentación desde la niñez por hábitos deficientes, aunque también por políticas inapropiadas del gobierno que no hace mucho caso  a la necesidad de frenar esa situación mediante una educación efectiva en las aulas. Según datos de la Encuesta  nacional de salud y nutrición 2016, 60.6 millones de mexicanos tiene sobrepeso u obesidad, de los cuales 33.2 son niños de entre 5 y 6 años, y 36.3  por ciento  son adolescentes y jóvenes de 12 a 19 años. Un gran problema este, como se aprecia.

Los lectores saben, como lo reconoce la propia SSA, que esos problemas conllevan  la probabilidad de padecer a futuro diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.    A las instituciones de salud ya no les alcanza el presupuesto para atender a poblaciones donde se presenta más seriamente ese fenómeno de obesidad.

El otro efecto pernicioso que impacta la estabilidad y la felicidad de la familia es que los daños físicos  impiden trabajar a quienes los sufren y hace necesario destinar parte del gasto para la recuperación de la salud. Por demás está decir que un enfermo crónico causa problemas colaterales en los hogares.

El esfuerzo oficial  supone una coordinación efectiva no solo entre aquellas dos instituciones sino con muchas otras, y sobre todo, con los jefes de familia que han de cooperar y no ser permisivos con el consumo de chatarra a que se acostumbraron sus hijos. Y predicar, claro, con el ejemplo. Ha de convencerse la sociedad que no todo es deber del gobierno sino de tener una vida con responsabilidad personal en todos los aspectos de la vida como lo advirtió el secretario del ramo José Narro.

Es hora pues de más sociedad en el tema sanitario. De aceptar que las cosas no pueden depender siempre del ejercicio de los gobiernos, sino de la actuación individual y comprensiva de todos. Es importante generar  una cultura nueva, que arrastre poco a poco a niños y jóvenes hacia objetivos de salud benéficos y duraderos. Hace falta  insistir en las escuelas y dialogar en los hogares para reproducir modelos de conducta que sean la base de una  vida más ordenada, comprometida y provechosa.

A la par de proporcionarles a los jóvenes libros de textos con enfoques cambiados, ha de despertárseles la creatividad, la motivación de que la mente humana es un don superior que puede llevarnos a fronteras insospechadas  en el conocimiento. Ha de despertarse las capacidades dormidas. Pero todos estos objetivos no serán alcanzables sin que cada quien se cuide a sí mismo y deje de lado el consumo alimenticio inapropiado.

La salud escolar repercutirá, ténganlo por seguro, en una realidad social  con menos aflicciones. Pero es un objetivo muy caro  que exige una buena educación familiar, responsabilidad de funcionarios y profesores y una toma de conciencia de que todos nos hacemos daño si no cambiamos para bien.