RETOS DE NUESTRO TIEMPO

0

TAREA PUBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

México es el país que registra la tasa de envejecimiento más rápida, lo que afecta enormemente la inversión y la infraestructura, reveló un estudio de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos que incluyó a 19 países. Para 2030, se perderá 6.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) por la mala salud de la fuerza laboral del país, proporción que equivale al presupuesto total asignado actualmente al sector salud.

El estudio definió que el ausentismo y el asistir enfermo al trabajo, así como el retiro temprano, son uno de los problemas más importantes que afectan la productividad de las empresas y está relacionado con enfermedades o padecimientos como la diabetes, la migraña y enfermedades cardiovasculares.

De acuerdo con la Coparmex, que por estos días anda muy ocupada en la sucesión presidencial, el impacto en la productividad debido a enfermedades no transmisibles es de 115 mil millones de pesos. En tanto, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), expuso que en México se pierde un millón 95 mil horas de trabajo a causa de la diabetes tipo 2.

Se calcula que para 2030 una quinta parte de la fuerza laboral estará integrada por adultos de entre 50 y 64 años de edad, que requerirán servicios de salud por padecimientos crónicos, diabetes, enfermedades del corazón y cáncer.

Por tal motivo, es necesario que México trabaje más en la detección temprana, diagnóstico y tratamiento de diversos padecimientos para evitar la pérdida de productividad. Y urgente es también que el sector empresarial y el sector salud sume esfuerzos para invertir en mejorar la salud de las y los trabajadores y así, mejorar y sostener la productividad del país.

El envejecimiento, por lo demás, debe verse como una condición favorable antes que una amenaza o una maldición para cualquier sociedad. Pero es un proceso que debe ser atendido con políticas públicas de vanguardia por los gobiernos para proveer no solo de elementos de satisfacción como salud, educación o recreación, sino para poder sumar a la productividad y ser más competitivos. Tener 50, 60 o 70 años teniendo buena salud y al menos control sobre las enfermedades de este tiempo como hipertensión y diabetes, debiera equivaler a ser considerado en aptitud plena para un desempeño de acuerdo a los saberes de cada quien.

Un factor fundamental es el de generar el ahorro necesario para que las personas con derechos a jubilaciones, pensiones o a las famosas afores, obtengan en el momento del retiro la reciprocidad de todo su esfuerzo hecho a lo largo de largos períodos de la vida. Políticas sucias, injustas, han de ser desechadas de plano cuando estén pensadas o aplicadas en anular ese derecho a una vida digna luego de 30,40 o más años de laborar.

Como dice aquel estudio, cuando la gente se enferma afecta la economía no solo porque no produce sino porque requiere de una atención profesional que representa un costo para las instituciones de salud y, no se diga, para las empresas médicas que se han multiplicado últimamente pues tienen grandes fajas de población pudiente que atender.

En suma, México ha de prepararse para hacer la justicia a favor de quienes han aportando y siguen engrandeciendo al país a pesar de los años. Los viejos han de ser vistos como ejemplo de vida, de perseverancia y de entrega en el cumplimiento de la misión de procreación al margen de cómo haya sido su vida. Nadie tiene derecho a minimizarlos, a discriminarlos, eso es una cobardía.

Hemos de madurar como sociedad para darles el lugar que merecen, recuperar su dignidad cuando se las arrebaten con injusticias y se les quiera ver como un estorbo o como un problema grave.