Resiliencia como “saber ser” del gremio magisterial mexicano

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Por Jonás Larios Deniz

Profesor-investigador de la Universidad de Colima

La educación por competencias, es el enfoque curricular actual, aceptado y difundido ampliamente en el sistema educativo mexicano. Los funcionarios de las instituciones educativas, públicas y privadas, implementan y vigilan esta tendencia a través de muchos mecanismos de control. El logro de aprendizajes significativos por los/las estudiantes formados bajo modelos por competencias es, en mi opinión, una de sus mejores posibilidades. Si se logra facilitar la oportunidad para el aprendizaje, la escuela y el magisterio estarán muy cerca de sembrar en los alumnos (as) rutas de desempeño que incluyan saberes, habilidades y actitudes. Estoy seguro que la formación los modelos curriculares encaminados a desempeños significativos es la opción frente al mundo global y al mismo tiempo local. No se tiene que saber todo, pero nadie en la escuela está obligado a enseñarlo, ni a aprenderlo; se valora la evidencia que se comprueba a través de múltiples y muy variadas evaluaciones. A continuación, me permito expresar las siguientes preguntas para dar paso a la idea central de este texto: la resiliencia como “saber ser” en el magisterio mexicamo. No serán contestadas una a una, sino utilizadas como recurso para motivar la reflexión individual en el tema de la reforma educativa y destacar el olvido o indiferencia hacia el constructo “resiliencia” que han tenido los planes de estudios de las instituciones formadoras de maestros. 1. ¿La evaluación es un elemento necesario en el proceso educativo o puede ser eliminado sin generar afectación o riesgo alguno? 2. ¿Los aprendizajes esperados, enunciados en las asignaturas de cada nivel educativo orientan la planeación, ejecución y evaluación que hacen los/las docentes o es una sección complementaria para que el/la estudiante dirija sus rutas de formación escolar? 3. ¿Las y los estudiantes pueden, sin ser evaluados (as), demostrar sus desempeños, y/o competencias curriculares adquiridas en una institución educativa? 4. ¿Quién otorga a las/los docentes la autoridad (moral, académica, ténica, etc.) para ser evaluadores de los avances alcanzados por sus estudiantes? 5. ¿Las formas de evaluación y métodos de calificación que utilizan las/los profesores en el aula son justos, equitativos,

representativos de esfuerzo invertido por el/la estudiante? Todas las cuestiones hacen referencia al campo de la evaluación de los aprendizajes, en el ámbito institucional y se hace alusión a la la relación docente-alumno (a) por tres razones: 1. es ámbito de la evaluación mayormente difundido y asumido por la sociedad actual, 2. porque es parte del modelo de evaluación educativa en la educación básica y media superior, y 3. la evaluación de los aprendizajes está interrelacionada y heterodeterminada por otros ámbitos de la evaluación, tales como: evaluación curricular, institucional y por supuesto, la de profesores (as). El debate en torno a la reforma educativa es incansable y rica en opiniones; no obstante, amenazada por confrontación y división creciente de grupos al interior del sector magisterial; además, de la presión que imponen las autoridades con el uso de los poderes legislativo y judicial. Entre todos los posibles grupos en que se fragmenta el gremio docente, están los traducen reforma educativa como evaluación punitiva identifican amenazas, reales o no, hacia su estatus, principalmente laboral; otros más, denuncian inconsistencias técnicas y pedagógicas en la implementación de los métodos e instrumentos y su impacto en las mediciones y sus posteriores interpretaciones. Están también, quienes rechazan tajantes la reforma educativa, señalando que se trata de represión y maltrato de un gobierno ciego, enemigo de sus gobernados; invitando a la rebelión y por lo tanto, utlizandolo como tema de las agendas ideológicas, políticas y hasta electorales. Incluso, hay grupos de profesores aliados, parte del sistema (o no) que son partidarios de la evaluación y buscan hacer de los resultados de las evaluaciones (cualquiera que sea) un punto de partida para la mejora. En fin, hay hay muchos tipos de docentes, caracterizados a partir de sus actitudes personales-profesionales, mismas que son parte de la identidad docente. La identidad es una construcción propia, dentro de un colectivo, resultado de las interpretaciones indivuales y de los otros (los pares) y en constante construcción. Además, es determinada, en mucho, por las emociones; aquello que las definiciones de competencia curricular llaman el “deber ser”. Lo anterior, permite exponer que la competencia profesional “ser docente” tendría que incluir a la resiliencia como actitud central, además de la reflexión, la crítica, la actualización, la lucha y el sentido de gremio. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, la resiliencia es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”

(http://dle.rae.es/?w=resiliencia&o=h).La resiliencia en las y los profesores consolidaría la participación de unos, otros y otros grupos de maestras y maestros que expresan ideas y se manifiestan con propuestas para hacer del sistema educativo mexicano un sistema del que todos sean parte. Se puede decir que no hay resiliencia en las y los trabajadores de la educación en México que anhelan o ambicionan tener los rasgos del sistema educativo en Finlandia, así lo dejan ver en las redes sociales, para lo cual comparten gráficos, imágenes y pensamientos ideológicos y/o filosóficos que puntualiza que si se puede ser y tener calidad educativa, pero que alguien (el gobierno, aparece de manera velada) no ha querido o no lo ha permitido. Poner la culpa en otro (s) deja ver el miedo que provoca el fracaso, ocasionado por debilidad en áreas, ámbitos y competencias como docente; por ejemplo, podría preguntarse él o la denunciante (en la publicación en facebook o twitter a que se hizo referencia), cuántos idiomas domina, cuál es su nivel de dominio en habilidades para la investigación y si ha incurrido o fue cómplice de algún acto de corrupción dentro de su familia. En el siglo XX, a Psicología desarrollo teorías de la personalidad en las que se explica la necesaria existencia de sentimientos positivos y negativos; propone estrategias de formación y cambio de actitudes para hacer modificaciones en la personalidad. Finalmente, es importante aclarar que no se niega el necesarion debate en torno a la reforma educativa, tampoco se propone a la resiliencia como técnica didáctica, curso o terapia que lograría tranquilizar al magisterio mexicano; más bien se le identifica como un aspecto central en el curriculum de las carreras formadoras de docentes, especificamente en el saber ser, tercer rasgo de una competencia curricular. En este sentido, la resiliencia como elemento de formación del maestro (a) propiciará actitudes individuales y de grupo alejadas de la resistencia, la agresión, la desconfianza, la frustración y la tristeza. La profesión docente dejaría de ver al gobierno como rival o enemigo y al sindicato como el arma poderosa (siempre opositora) para doblegar a proios y extraños. La formación y/o fortalecimiento de la competencia curricular “deber ser-profesor (a) resiliente” buscaría la participación honesta, responsable y profesional en la construcción, revisión y asunción del código (o códigos) de ética de la profesión docente; tales códigos impactarán en la conformación de los perfiles docentes en el siglo XXI.