REPORTAJE GRÁFICO

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Conciencia verde  en universidad y sociedad

Por: Amador Contreras Torres

Voy caminando por la avenida Sevilla del Río. A la altura de la iglesia del Espíritu Santo, observo a un numeroso y alegre grupo de muchachas y muchachos del Bachillerato 1 de la máxima casa  de estudios colimense, haciendo una labor en pro del cuidado del medio ambiente.

La idea es provocar una toma de conciencia colectiva, transitar de la academia  a la acción con grandes pancartas con motivos ecológicos para que los vean, lo registren y tomen conciencia los ciudadanos que en auto o a pie transitan por esta vía a esta hora del mediodía, cuando el sol hace resplandecer los colores hermosos de las bugambilias y copas de oro, y el verde intenso de los  sabinos, mangos, palmas, higueras, parotas y demás especies que se encuentran en la zona norte de la ciudad.

 

UNA EDUCACIÓN CON RESPONSABILIDAD SOCIAL

Los alumnos de este plantel de la Universidad de Colima, como parte de su formación académica con responsabilidad social y en pro del cuidado del medio ambiente, a la que ha convocado el rector José Eduardo Hernández Nava, salen a las calles y avenidas de las ciudad para crear conciencia verde, para hacer un atento llamado a la sociedad colimense a cuidar los árboles, proteger la naturaleza, el medio ambiente, el agua y los recursos naturales, apostando por tener una mejor ciudad y una mejor sociedad, con mayor calidad de vida y protegiendo los ecosistemas.

La idea de la gestión ambiental ha sedimentado en los jóvenes estudiantes de toda la Universidad de Colima. Por ello, no es casual observar que los jóvenes estudiantes de los planteles de Manzanillo, salen a las playas, con sus bolsas negras a hacer limpieza y a recoger la basura en las playas de ese municipio.

En esta perspectiva, hace su parte el CEUGEA,  Centro Universitario de Gestión Ambiental, proponiendo acciones para mejorar el entorno en y desde la universidad.  El Ecoparque Nogueras, en Comala, es un modelo exitoso para reproducir y preservar diversas especies de la flora y fauna de la región.

Es hermoso ver las tortugas, patos, gansos, en este apacible lugar, que alguna vez habitara ese gran artista colimense y universal, don Alejandro Rangel Hidalgo. La  ex hacienda de Nogueras, es ahora un formidable centro cultural de la Universidad de Colima, que vale la pena visitar con la familia.

Cada año, en el invernadero del Rancho “El Peregrino”, de la casa de estudios, son cultivadas cientos de miles de plantas de variadas especies de la flora de la región. En este magnífico vergel, es posible observar miles de plantas, así como diversas especies de venados y, todos los días, se trabaja en pro del medio ambiente.

La creatividad de los jóvenes que dibujaron y pintaron ojos para colocar en los árboles es impresionante y no tiene límites. Armados con cartulina, cartón, colores, crayones y otros materiales,  colocaron ojos con formas diversas que invitan a recordar a la sociedad que los árboles son seres vivos, que nos observan. Adicionalmente, los jóvenes coadyuvan a recoger en grandes bolsas negras la basura que encuentran a su paso.

A nuestro paso, encontramos ojos avizores, ojos alegres, ojos tristes, ojos románticos, ojos cuadrados, ojos coquetos, ojos  ovalados, ojos interrogantes, ojos redondos, pequeños, grandes, en forma de corazón, es una gran idea de profundo contenido semiótico.

En suma, ojos visionarios haciendo un llamado a proteger el medio ambiente, a cuidar el agua, la naturaleza y a defender el precario equilibrio para que este planeta sea habitable para nosotros, para los ciudadanos y las especies del mañana.

 

“NO SE PUEDE PRESCINDIR DE LAS UTOPÍAS”

Como bien lo acaba de expresar el rector de la UNAM, José Narro Robles, en el Congreso de las Américas sobre Educación Internacional, que se celebra en Monterrey: “No se puede prescindir de las utopías, mucho menos en las  universidades”.

En las instituciones de educación superior se debe construir e inculcar realidades distintas y mejores  a las que vivimos. Un mundo sin ideales, que no se plante utopías, es un mundo que  termina en la cotidianidad rutinaria, sino es que en la indolencia”.

La idea es de hacer acciones locales que incidan globalmente y de predicar con el ejemplo. Por eso, este martes 15 y miércoles 16 de octubre, los estudiantes del Bachillerato 1 de la máxima casa de estudios, se apuntaron un 10, al salir a las avenidas Felipe Sevilla del Río y San Fernando a colocar unos coloridos  ojos en todos y cada uno de los árboles de los camellones de estas arterias del municipio.

“De lo que se trata es de crear conciencia verde”, afirma convencido de la tarea ambiental y social que realizan, el joven Carlos Javier López Ramírez, líder de este grupo de 37 alumnos de ese plantel grupo “E”, que, literalmente tomaron las calles para mandar a la sociedad este mensaje: “Hacer conciencia en la comunidad de que ya es inaplazable cuidar el medio ambiente”.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UN LIDERAZGO

Carlos Javier López Ramírez,  quien encabeza este numeroso grupo de muchachas y muchachos que con gran alegría y afán realizan su tarea, conciliando teoría y praxis para hacer de la gestión ambiental algo más que una materia plantea lo siguiente: un exhorto a la sociedad a cuidar el planeta, la gran casa común que está siendo amenazada por los tala-montes, la desforestación, el ecocidio y un desarrollo económico sin criterios sustentables.

“Por eso. los ojos en cada uno de los árboles, para recordar que los árboles sienten, son seres vivos, que, además nos proporcionan oxígeno, sombra  protectora, belleza al entorno y ayudan a la recarga de los mantos acuíferos”, afirma el joven estudiante Carlos Javier López Ramírez, al ser entrevistado para este reportaje en plena faena.

Puntualizó que esta tarea de gran alcance no se limita a esta acción sobre los árboles, sino que tendrá una segunda etapa que es la pinta de bardas en las calles y avenidas de la ciudad para hacer conciencia verde, para colocar mensajes ecológicos, un llamado desde la academia a cuidar el medio ambiente, proponiendo el respeto a la naturaleza y un desarrollo económico que se concilie con criterios sustentables para garantizar entornos limpios y saludables.

Cuestionado en torno a la respuesta del gobierno municipal de Federico Rangel a esta propuesta de los jóvenes estudiantes,  Carlos Javier López Ramírez, acotó que fue una respuesta excelente. Precisó que cuando se comunicaron con el secretario del Ayuntamiento, Salvador Cárdenas Morales les dijo que “adelante”,  y les precisó que cuentan con todo el apoyo de esa comuna para realizar este tipo de actividades que son en pro de la ciudad y por hacer un llamado a la toma de conciencia en pro del medio ambiente.

Otra intervención pública que van a realizar en la ciudad como parte de la materia “Gestión de Proyectos”, dijo López Ramírez es acudir próximamente a los jardines Libertad y Núñez, para regalar plantas de diversas especies  para que la gente las siembre en sus casas, en los patios, en las calles, para intentar incidir para tener una ciudad verde, una ciudad amigable con el medio ambiente, pues el verde es vida, el oxígeno es vida.

Alguna vez, Luis Donaldo Colosio expresó que “El mundo no nos ha sido heredado por nuestros padres; nos ha sido prestado por nuestros hijos”. Y tenía razón, fue el visionario llamado de un actor político para no depredar el medio ambiente, para cuidar el delicado equilibrio de los ecosistemas y hacer un llamado a que las políticas públicas sólo tienen sentido cuando se basan en criterios de desarrollo sostenible para hacer viable en el tiempo los modelos  de desarrollo,  con un sentido incluyente y de justicia social.

Conciliar naturaleza  y sociedad es posible, pugnar por la utopía y un mundo mejor es posible.  De ahí la pertinencia que reviste ir construyendo una educación con responsabilidad social, que es el corazón del llamado académico que realizó el rector de la UdeC, José Eduardo Hernández Nava, desde su mensaje inaugural como rector.

Como generación, somos responsables del mundo que le vamos a legar a nuestros hijos y  a los hijos de nuestros hijos. Ha llegado la hora de hacer acciones locales con impacto global, para incidir de forma responsable en la sociedad y en la gran casa común que habitamos.