QUINCE AÑOS EN EL ECOS

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CULTURALIA 

Por: Noé Guerra Pimentel

“¡Qué rápido pasa el tiempo!” Solemos decir cuando al ver hacia atrás nos encontramos con algo similar a esto que estoy escribiendo con motivo de los quince años que, precisamente ayer, cumplí de escribir en esta mi Casa Editorial Ecos de la Costa, cuyas páginas generosas se me abrieron luego de una situación que enfrenté en otro periódico y que para el caso ni vale la pena mencionar, lo importante aquí es todo ese tiempo que ha corrido y en el que hablando de cultura y de política, principalmente, me he dado a la tarea de consignar y opinar sobre infinidad de acontecimientos, sin duda los más importantes que por sí han alterado y modificado el devenir histórico de nuestro Colima.

Muchos personajes públicos han sido aludidos por mis letras impresas, solo en lo público nunca en lo privado; igual que pasajes y sus circunstancias, sobre los que he opinado procurando siempre anteponer el interés general, haciéndolo con argumentos comprobables y, sobre todo, buscando ser objetivo, imparcial y neutral, justo en mis aseveraciones y nunca majadero o vulgar en mis calificativos, ni doloso o aprovechado en mis apreciaciones. Tan es así que hasta el momento y salvo las típicas amenazas y mensajes sin remitente nunca he sido refutado, al menos no con sustento o de frente ni por buzón al editor o a través de las redes sociales con nombre y apellido; aunque sí, y así debo reconocerlo, he sido víctima de mentiras y hasta de arteras calumnias ¿Quién no? de esas que prodigan los eternos mediocres, los mismos que de frente te adulan y por la espalda, muchas veces sin haberles dado motivo, oficiosos y nada más buscan echarte lo peor de sus heces. Pero así es esto.

Pensar, escribir y publicarlo no es fácil y menos cuando de hacerlo bien se trata, pues aparte del mediano conocimiento del lenguaje se requiere un poco de cultura general, información mínima sobre el entorno social, político y económico, y que lo que se pretenda publicar pueda resultar de interés, lo que se deberá combinar con mucho valor civil, responsabilidad, ecuanimidad, respeto a la inteligencia del lector, visión plural, actitud incluyente y propositiva, y sobre todo, congruencia personal y pública, autoridad moral pues; lo que si le pensamos un poco encontraremos que tiene sus dificultades y que para muchos con estas condicionantes hasta resulta imposible, aunque claro, también hay quienes careciendo de una cosa y estar impedidos para la otra se atreven, lo que es respetable. “Al cabo que el papel aguanta todo”, deben decir y es, hasta cierto punto cierto, como también es cierto y en mucho fulminante el veredicto de quienes nos leen y que cada semana se topan y en el mejor de los casos buscan lo que escribimos y, a veces, hasta lo comentan y comparten, lo hacen suyo.

Muchas cosas han pasado desde entonces. Haciendo una rápida retrospectiva en la línea del tiempo y un breve alto en aquel año, vale recordar que por entonces, en 2002, Vicente Fox era “el presidente del cambio” que ya por ahí y para desilusión de muchos, con poco más de un año de ejercicio, empezaba a resultar de reversa ante el flagrante incumplimiento de lo prometido. En lo local Fernando Moreno Peña era gobernador del Estado cerrando una activa gestión con mucha obra pública y entre sus sucesores, se perfilaban Socorro Díaz, Jesús Orozco, Humberto Silva y Gustavo Vázquez, este ultimo diputado local y presidente del CDE del tricolor y, a la postre, el ungido mediante proceso de elección interna, mientras que los dos primeros se irían al PRD, como diputada plurinominal la primera y, el otro, como candidato a la gubernatura. Pareciera que desde allá y creciendo paulatinamente hemos venido arrastrando la difícil situación por la que en muchos sentidos hoy atravesamos.

Lejos y no obstante el relativo poco tiempo transcurrido, han quedado los primeros lugares nacionales que ubicaban al de Colima como el Estado con la mejor calidad de vida, el más seguro, el de más eficiente crecimiento económico, el más avanzado en digitalización y eficiencia administrativa, el de mayor cobertura en salud pública y educación básica, el del mayor índice de empleo, el de menor desempleo, el de más museos temáticos por habitante, etc., mucho más se pudiera escribir de aquella época en la que también, por ejemplo, se construyeron casas de la cultura en ocho de los diez municipios, huellas de rodamiento y pavimento en calles y avenidas de los diez principales centros urbanos, de entre los que destaca el embellecimiento urbano integral del centro histórico de Manzanillo, se rescataron los iconos de los tres principales municipios con obra escultórica del artista Sebastián, el de Colima fue el gobierno líder con el modelo de e-gobierno, cuya cercana referencia son los kioscos administrativos y demás; pareciera que fue un sueño que nunca fue.

En fin, mucha tinta ha corrido y múltiples acontecimientos ocurrido de aquel tiempo a este y sin duda las cosas han cambiado, nuestro Colima como es normal ha cambiado y aunque duela reconocerlo y más decirlo, en mucho para mal, salvo excepciones. De todo eso es innegable que los de entonces ya no somos los mismos aunque las prácticas más cuestionadas de unos y de otros se sigan repitiendo en lo que nosotros, los de a pie, eso sí, las sigamos padeciendo igual o peor sujetos a ocurrencias, caprichos, berrinches y hasta complejos y frustraciones de quienes con el poder en la mano no han sido capaces o no supieron qué se debe hacer con él a favor y en bien de la gente y nada más.

Finalmente y mientras tanto, por mí parte, gracias a quienes lo han hecho posible, al valioso equipo técnico, administrativo y directivos del periódico, a mi familia y a todos ustedes que me dispensan su tiempo y lectura, esto, no sin anunciarles que (para pesar de algunos) por aquí seguiré mientras no me digan que ya no, porque parafraseando a Vicente Fernández: mientras ustedes no dejen de leerme, yo no dejaré de escribirles.