Pupitre al Fondo

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Aumento en gasolina: repercusiones en sector educativo

Por: Blanca F. Góngora

Me retumba en la cabeza la consigna “país petrolero y el pueblo sin dinero”, proclamada vehementemente en las marchas contra el gasolinazo, marchas que independientemente de que en ciertos momentos toman tintes politiqueros, no deja de ser una muestra de la insatisfacción y hartazgo que la sociedad está viviendo. La consigna me estremece porque es realmente doloroso y vergonzoso cuando personas de otros países le preguntan a uno “¿pero cómo puede ser posible que México, teniendo petróleo, sea de los países con mayor pobreza y desigualdad social?”

El “gasolinazo” afecta a todos los sectores y el educativo no es la excepción. Decía por ahí una actriz y diputada federal: “el que tenga coche que lo mantenga,” expresión insensible y lamentable, muestra total de que muchas “personalidades” no se han dado cuenta  de que el pueblo, muchas veces, ni a tener coche aspira; y lo pueden ver cuando los niños llegan a la escuela,  mayoritariamente a pie, entre calles oscuras, llenas de baches, sobrepobladas de perros callejeros, y bajo el temor de cruzarse en su camino con algún delincuente trasnochado, o con el disgusto de ser mal tratados por minibuseros intolerantes, hartos también de su realidad social. Nuestros alumnos llegan en bicicletas remolcadas por sus padres de familia (obvio, cuando tienen bicicleta y padre de familia, que esto es otra historia), pero independientemente de en qué llegan, o se van, el gasolinazo nos afecta porque al momento de subir la gasolina suben también  los alimentos, sube el transporte público, suben los precios de los materiales escolares, etc.,  y esto repercute directamente en que aumente el ausentismo escolar, aumente la deserción escolar y con todo esto aumente el fracaso escolar; el porqué, los maestros lo sabemos, porque muchas familias dejan de mandar a sus hijos porque no tienen para darles  para el recreo, ni lonche para que desayunen, no tienen para comprarles el material que sus maestros no dejan de pedir: copias, cartulinas, cuadernos, cromos, visitas al ciber para investigación, ni  tampoco tienen dinero para reponer el zapato escolar que cada vez cuesta más y dura menos, ni para costearse el “corte de pelo escolar” ni para pagar el transporte público…

El gasolinazo pues, sí afecta, y afecta muchísimo en el sector educativo. Argumenta el gobierno federal que el gasolinazo servirá para no tener que cerrar escuelas, ojalá mejor sirviera para dotar de presupuesto a cada una de ellas, porque los directores, de verdad, ya no saben cómo hacer para mantenerlas.

 

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