PRESIDENTE CATÓLICO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

La historia nos muestra que difícilmente los presidentes mexicanos asumen convicciones religiosas y si lo hacen  no son congruentes con  sus actos, o sea, resultan demagogos y no cumplen con los preceptos divinos que supuestamente  inspiran su quehacer. Usan La religión para condescender y lucrar políticamente  con el pueblo.  El único que si se destapó abiertamente, pero como enemigo del cristianismo, fue Plutarco Elías Calles, su perseguidor, acción que costó guerra y desequilibrios a la nación y cientos de muertes de personas inocentes.  

En una de sus   conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que él era seguidor de Jesucristo, que dentro de su “filosofía” defendía a los pobres y estaba en contra de la opresión. Aclaró que en la religión que profesa “se tiene prohibido permitir la corrupción”, además de los lujos y la “fantochería”.  Se declaró católico.

Amlo citó que Jesucristo dio su vida por los desprotegidos, “es bellísima esa forma de vida, esa filosofía, esa doctrina”, y dijo que su religión, (la de él),  tiene que ver con el humanismo y que hasta no creyentes lo practican por ese motivo. 

Las convicciones de López Obrador están claras. No le importa si  algunos sectores critican su catolicismo o la forma en que  usa su fe en los actos públicos. Yo le reconozco su preocupación por los más pobres de México, a los que trata de redimir con apoyos económicos permanentes y con la planeación y escasa construcción por ahora de obras de infraestructura que existen  hoy solo en el escritorio de las dependencias puesto que el subejercicio fiscal, (que la 4T llama ahorro) anda por el 70 por ciento. Durante decenas de años, el capitalismo los ha tenido arrinconados, expuestos a situaciones límite en cuestiones de vivienda, salud, empleo, alimentación y educación. Hay numerosos sitios donde jamás se ha parado un presidente de la república, a diferencia de Amlo que puede presumir el conocimiento completo del país.

Tiene razón Amlo en lo que afirma de su admirado Jesús.  Hijo de Dios para mí, se  ocupó de los pobres a los que curó y amó como nadie. Ellos fueron y son sus preferidos. Amlo ama a los pobres. Un pobre es un ser desprotegido y carente de amor, alguien  olvidado y considerado por muchos como un estorbo, alguien que no debería existir incluso ( como  para el FMI). Para Jesucristo, sin embargo,  son los primeros en su Reino y para Amlo son ellos los primeros que deben ser beneficiados con la acción reivindicatoria del Estado.

Seguro que en el transcurso de su mandato hará todo lo que pueda por ellos. Pero no se olvide, sin embargo, que  hay presupuestos restrictivos, raquíticos,  fuerzas políticas diversas y contrapuestas hacia lo que él desea, equilibrios irrenunciables, acotamiento del poder presidencial y contrapesos activos, y entonces se tornará difícil que apoye eficazmente algunas de sus causas por muy justas que parezcan ya que entorpecerá las necesarias proporciones  propias de  un sistema capitalista.

Pienso que será imposible que Amlo los redima de sus sufrimientos y logre los resultados más deseables. Pero lo intentará, eso es lo bueno. A lo terco nadie le gana. Los aliviará un poco al menos.  Téngase presente que vivimos un capitalismo  voraz,  contra la vida, que no entiende de límites. Los ricos siguen hinchándose de lana, esos que le acompañan en actos diversos, entre muchos otros. Son super fifís. Lo escoltaron algunos de ellos en su mítin en el zócalo  el uno de este mes, por cierto. Si hay millones de  pobres, es porque la explotación de las regiones del país lleva décadas y porque a estas se les ha tapado el camino del progreso, y además porque las élites económicas han encontrado a su aliado más conveniente en el propio Estado, generándose así desigualdad económica y social.  

Tal vez Amlo contenga la corrupción y la impunidad de alguna manera, pero pienso que muchos mexicanos tienen su conciencia   orientada hacia la maldad, no hacia el bien. Posee un gran porcentaje de ellos un espíritu mediocre fruto del paternalismo ancestral, viven con la mano extendida y no hacen mucho por su causa.

Pero sin duda es magnífico para el país tener un presidente comprensivo, sensible y justiciero  ante las carencias de los que menos tienen. Pero ojalá y esta reivindicación  lo alcance sin trastocar el desarrollo al que aspira toda nación  moderna. Hemos de estar al pendiente de si el cristianismo que pregona Amlo avanza hasta el punto de reconocer y recuperar para el público, si es posible,  los elementos intrínsecos absolutos que lo fundamentan. Porque el cristianismo no está contra el desarrollo armónico de los pueblos. . . . .