PELUCAS ONCOLÓGICAS DEVUELVEN LA SONRISA A NIÑAS Y MUJERES CON CÁNCER

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Si tan solo pudiéramos estar unos instantes en los zapatos de quienes día con día luchan contra el cáncer, terminaríamos de comprender lo afortunados que somos de no padecer esa terrible enfermedad.

La nota que le da la vuelta al estado es la relacionada con la inauguración del banco-taller de pelucas oncológicas artesanales, misma que se realizó en el marco del Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer. El término resulta nuevo para quienes se van familiarizando con él, pero existen muchas personas que al escuchar “peluca oncológica” no lo relacionan con la causa y es que debemos entrar en detalles y darle más difusión a uno de los logros más nobles del gobierno que encabeza Ignacio Peralta, quien a través del Sector Salud devolverá la sonrisa a cientos de niñas y mujeres que actualmente padecen cáncer, con la participación de los colimenses.

En el estado de Colima se realizan grandes esfuerzos para facilitar la atención, con una visión integral, desde la detección, el tratamiento, soporte psicológico y apoyo emocional.
Esto me hizo recordar un programa al que hace algunos años me inscribí, mismo que consistía en ser madrina de una niña con cáncer. Lolita era una pequeña de apenas siete años que luchaba con todas sus fuerzas para lograr vencer la batalla contra el cáncer linfático, recuerdo que las sesiones de quimioterapia eran tan violentas que su cabello se cayó, al igual que sus cejas y pestañas. Su apariencia era pálida, pero ella quería vivir.

Recuerdo que era muy complicado que los primeros días estuviera bien y como yo tenía una larga cabellera, me decía una y otra vez que le gustaría tener el cabello igual de largo al mío. Era muy impactante en algunas etapas el ver como esa niña estaba sufriendo para lograr aliviarse. Y sucedió un día que una Asociación Internacional de la Lucha Contra el Cáncer, ofreció elaborar las pelucas oncológicas sin costo, a cambio de que se donara el cabello, no dudé ni un minuto en hacerlo, porque mi pelo volvería a crecer, pero la vida de Lolita pendía de un hilo y sin más doné mi cabellera que alcanzó para elaboraran dos pelucas, la de lolita y la de una nena que no tenía madrina.

Verla sonreír y tocarse el pelo, el devolver esa seguridad y vanidad que toda niña tiene, definitivamente nada lo podía otorgar. Y vivió para sonreír dos años más, y después de su cumpleaños número nueve, murió en el campo de batalla, pero lo hizo con una valentía que ya quisiera ver en muchos que se quejan de padecimientos tan simples.
Sin embargo, no fue mi única experiencia, recuerdo muy bien a una gran alumna, de quien tuve el honor de ser su maestra de español, me refiero a Valeria Berra, una niña entregada al estudio, hija ejemplar, un Sol en toda la extensión de la palabra y por mucho una niña que se esforzaba para tener 10, no importaba lo que tuviera que hacer, ella quería demostrarnos que nada podía impedir ser el mejor en la escuela.

Aún en mi memoria están los recuerdos en el aula en donde Valeria me entregaba los trabajos de español tras haber regresado de la Ciudad de México para luchar con el mismo cáncer que mató a Lolita, el linfático. Era impresionante que en un área del hospital mientras otros niños se recuperaban y otros más trataban de sobrellevar su padecimiento, Valeria decidía hacer tarea y fue necesario por iniciativa de ella, tener un apoyo didáctico para a la distancia y vía correo electrónico entregar sus tareas. Nunca olvidaré la exposición que presentó acerca del chocolate y todas sus propiedades y cómo fue para todos sus compañeros un ejemplo muy digno de nunca rendirse, finalmente un día emprendió un vuelo maravilloso para no sentir más dolor.

Ambas dejaron una huella en mí, ambas me demostraron que no importan las circunstancias, no importa la edad, tampoco el estatus económico, la actitud te hace transitar de manera firme y digna en la lucha contra la enfermedad. Hoy hasta donde estén, les envío mi reconocimiento y mi gratitud por lo mucho que pude aprender de ellas, por dejar ese mensaje de que a pesar de todo, siempre es mejor sonreír.

Por eso es importante sumarnos todos para apoyar las acciones para detectar oportunamente el cáncer y en el caso de quienes lo padecen, sumemos voluntades para que esta batalla no borre ni sus esperanzas ni su sonrisa. Apoyemos al taller artesanal oncológico, ayudemos a que ellas sonrían.