PARACAÍDAS

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Vivienda rural

Por: Rogelio Guedea

No hablemos hoy de la nueva derrota del Otro PRI en Puebla, ni siquiera vale la pena mencionar que Moreno Peña ya no es el mismo sátrapa de antes, ahora de él y sus secuaces (entre ellos Miguel Acosta) sólo queda un hilito de voz, lo que se comprobará en las elecciones de 2015 en Colima. Se van a ir a freír espárragos con todo y su pasquín. Tampoco hablemos de los cotilleos del diputado perredista Francisco Rodríguez, quien en lugar de presentar pruebas de sus denuncias gasta su espacio periodístico pidiendo que el aparato gubernamental no lo ataque. No veo yo la relación entre no presentar pruebas y el ataque del aparato gubernamental. Debería cerrarle la boca a sus supuestos persecutores con pruebas, y así acabar con el asunto. Pero: ¿las tendrá? Yo, como ciudadano representado por él, le exijo que las presente. Si no: más chismes al saco de los chismes. Tampoco hablemos de quién fue realmente el que consiguió que la construcción de la autopista no obstruyera los accesos a los predios de Asociación de Productores Unidos por Colima, si Mely Romero o Arnoldo Vizcaíno. Por cierto, con estas acciones el perredista Arnoldo Vizcaíno no sabe que lo único que hace es desvelar su intención de figurar políticamente y no de solucionar, en realidad, un problema. Si la verdad le asiste, con la boca cerrada brillaría más. Hablemos, mejor, y con gusto, de las 472 viviendas que el gobierno del Estado, a través del Programa de Vivienda Rural FONHAPO 2013, construirá para este sector, con una inversión de más de cuarenta y cinco millones de pesos, que provienen de los tres niveles de gobierno. La zona rural, el campo mismo, es uno de los ámbitos que necesitan una atención urgente por parte de las autoridades, pues es el sector que sostiene y, hay que decir, alimenta, toda la burocracia de nuestro país. Poner el esfuerzo en mejorar la calidad de vida de este sector social traerá beneficios incalculables para el desarrollo del Estado. Yo quisiera, además, que también se buscaran los mecanismos para implementar un programa educativo en estas zonas, de tal modo que ningún niño ni niña tuviera que dejar de ir a la escuela por tener que trabajar. El gobernador del Estado, que proviene de una comunidad rural, sabe muy bien lo difícil que es alimentar un sueño careciendo de las mínimas oportunidades de progreso, así que sería también un buen inicio poner énfasis en la educación de las poblaciones rurales de Colima. No nos arrepentiremos nunca.

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