PARACAÍDAS

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El SUTUC y su crisis interna

Por: Rogelio Guedea

El 19 de marzo de este año se reunieron en casa de gobierno el líder  actual del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad de Colima, Leonardo Gutiérrez, el rector Eduardo Hernández y el propio gobernador Mario Anguiano para anunciar la solución definitiva al conflicto generado por el Fondo Social de Apoyo al Pensionado, mejor conocido como FOSAP.
En la imagen publicada por El Comentario, rotativo de nuestra alma máter, aparecen los tres actores mencionados (líder sindical, rector y gobernador)  además de algunas de las declaraciones que cada uno vertió sobre el conflicto. Las correspondientes al líder sindical, Leonardo Gutiérrez, que se manifestó en aquel entonces confiado de haber alcanzado una resolución definitiva para el problema del FOSAP, fueron: “ahora los trabajadores en activo, los jubilados y pensionados de la UdeC tienen un futuro con más certeza; las aportaciones de la UdeC y la de los trabajadores se abocarán a cumplir su cometido: garantizar una cesantía conforme a la labor que se desempeñó”. Todos creímos, pues, que el problema del FOSAP era cosa del pasado, pues ese acuerdo que se hacía público así lo confirmaba. No fue así, al menos no lo fue para el líder sindical, quien apenas ayer volvió a retomar el tema del FOSAP como bandera para paliar lo que parece ser una crisis al interior del SUTUC, ya que un día antes algunos delegados habían cuestionado las irregularidades de su reelección.

Más allá de que esta actitud del líder sindical Leonardo Gutiérrez le signifique lamentablemente un costo muy alto a su carrera política (ya en seria crisis debido al incumplimiento del acuerdo anunciado en marzo pasado entre él, el gobernador y el rector, lo que ha llevado a un claro deslinde por parte de  estos dos últimos), lo más preocupante es el divisionismo surgido ahora al interior del SUTUC. En honor al respeto y aprecio que siento por el líder sindical, me veo obligado a decirle que de seguir con esa bandera se quedará completamente solo y todo ese capital político que, en algún momento, pudo aglutinar, ya no sólo no le servirá para ponerlo al servicio y beneficio de nuestra casa de estudios, sino tampoco para estabilizar la relación que tiene él mismo con su gremio, ahora ya, parece ser, en clara desbandada. Pensar, pues, en una huelga no sólo sería catastrófico para él sino para toda la comunidad universitaria.

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