NUEVO MODELO EDUCATIVO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Con bombo y platillo se presentó en sociedad hace unas 8 semanas  el Nuevo modelo educativo en México, mediante el que  los jóvenes terminarán su educación siendo bilingües, “con habilidades socioemocionales que los enseñen a ser felices, tendrán un amplio dominio del español, disfrutarán las matemáticas”. Los maestros tendrán una mayor autonomía escolar, podrán decidir algunos contenidos con alumnos; además aumentarán su capacitación docente.

La SEP delineó  cinco ejes con los que se regirá el cambio pedagógico: un nuevo currículum; la escuela al centro; la formación de maestros; inclusión de todos los niños y niñas sin importar origen, género o condición; y la articulación de todas las entidades de gobierno.

La enseñanza de las matemáticas ahora se dará para que “disfruten los números” y los puedan aplicar en problemas de su vida cotidiana. Al terminar la educación media superior, un egresado podrá “resolver situaciones reales con pensamiento matemático desde diferentes enfoques”.

Al finalizar la secundaria, un joven también podrá “identificarse como mexicano y sentir amor por el país. Debe reconocer la diversidad cultural, étnica y linguística, además de tener conciencia del papel de su país en el mundo”.

Como buen mexicano que me precio de ser, hago votos porque este nuevo modelo se haga realidad. Le hace falta  al país una gran sacudida al andamiaje institucional desde hace lustros. Vivíamos aún, la catástrofe silenciosa de la que habló en la década de los 80 Gilberto Guevara, un intelectual visionario que con buenos razonamientos demostró que el sistema educativo estaba anquilosado, aprisionado, asfixiado por el burocratismo y por una presencia sindical que le peleaba al tú por tú el poder al estado para dirigir la educación.

Se le criticará mucho a Peña Nieto por sus reformas y  políticas diversas, pero al paso de los  años se le reconocerá este golpe de timón para mejorar nuestro sistema escolar. Se dice y con razón que faltarán recursos para que en el siguiente ciclo se implementen las nuevas medidas que conlleva el nuevo modelo, pero esto ya es responsabilidad del Congreso de la Unión, que ha de apoyar este cambio tan importante.

Es claro que en los doce años de panismo se anquilosó más el sistema y que se apapachó de más a la lideresa Elba Esther Gordillo, que fungió como aliada electoral a cambio de que siguiera imponiendo su ley en la SEP. Pero Peña Nieto se armó de valor y se ha atrevido a renovar nuestra educación; ha sido mejor presidente y mejor  mexicano que Calderón y Fox en esta materia.  No solo porque el Estado controle en absoluto el rumbo educativo, sino porque a aquellos otros dos personajes que ocuparon la presidencia   les” temblaron las patitas” frente al liderazgo de la Gordillo.

Urge que nuestra educación  mejore con base en una responsabilidad total del Estado, los maestros, las familias y la sociedad en general. Nos está llevando el carajo con tanto crimen. Y ni en cuenta tomaron a Colima en el esquema de las zonas económicas especiales por tanta violencia y poco estado de derecho. Además, en las mediciones internacionales  se  nota el atraso de nuestros estudiantes en matemáticas y comprensión de la lectura. La falta de exigencia de un segundo idioma también los coloca en desventaja frente a los de otras naciones en donde se ha introducido hasta un tercer idioma. Un chavo noruego u holandés habla entre cuatro o cinco idiomas nomás saliendo la prepa y los nuestros rehúyen otro idioma porque en gran parte no saben enseñárselos con métodos adecuados.

La ausencia de calidad educativa y la falta de cobertura en algunas regiones,   daña también nuestra competitividad frente al mundo. Si hoy es importante ese rubro, tiene que consolidarse un nuevo mexicano, más apto para insertarse en el mundo global, más seguro de sí mismo, con más elementos para entender su entorno, que juegue  “un papel proactivo hacia la sustentabilidad”.

México necesita en gran empuje para que su población joven sea más productiva y ejerza una ciudadanía cabal. Nos estamos jugando el pellejo, como  quien dice, frente a las exigencias de un mundo en el que la tónica es desarrollar capacidades que nos sean útiles para una vida menos dependiente del azar.