Novak Djokovic desata la locura en Acapulco

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*En su primer entrenamiento en territorio mexicano, el tenista serbio tuvo un cálido recibimiento por parte de los aficionados mexicanos.

Ricardo Coello | ADRENALINA

Acapulco.- La entrada de Novak Djokovic al estadio principal del complejo Mextenis fue totalmente inesperado para todos, en especial para el serbio cuya cara de incredulidad no era para menos.

En cuanto se abrió la puerta por donde ingresan los jugadores a la cancha del estadio, la gritería alcanzó decibeles inimaginables.

Casi cuatro mil personas le dieron un cálido recibimiento al actual dos del mundo de la ATP, quien celebró y acompañó los gritos y las porras con las que fue recibido al pisar por primera vez una cancha mexicana.

Djokovic salió a las 20:15 horas para soltarse un poco utilizando a los jugadores mexicanos. Uno de ellos es Hernany Martínez, un juvenil de 18 años que entrena en la Universidad de Houston, mientras que el otro era Alonso Delgado, estudiante de la Universidad Anáhuac del Norte, en el Estado de México.

Los coros de “Olé, olé, olé, Nole, Nole”, se dejaban escuchar en el inmueble, mientras Djokovic bailaba al ritmo de los gritos de los aficionados mexicanos.

“Djokovic, I love you”, le gritó una pequeña de unos 15 años, a lo que el serbio se volteó para mandarle un beso, lo que provocó un agudo grito de emoción de la pequeña y del grupo de amigas que la acompañaban, mientras el resto del estadio aplaudía y reía con la sencillez y actitud del europeo.

La juventud e inexperiencia de los mexicanos era evidente ante la potencia y la intensidad única en el mundo de Djokovic.

El serbio cuenta con uno de los golpes más pesados en el tenis, y eso se notó en sus “sparrings”, quienes por momentos no podían controlar las devoluciones del exuno del mundo no solamente por la dificultad de los efectos en la pelota del serbio, sino además por el inminente nerviosismo que mostraban ambos juveniles.

Una hora después, Djokovic se retiró a descansar de la misma manera en la que llegó, en medio de gritos y porras ensordecedoras, además de que, fiel a su personalidad, se detuvo varios minutos para repartir autógrafos a quienes se acercaban a las orillas de las gradas para buscar la firma de uno de los mejores jugadores del mundo.