Por: André Marín
Sobre el pase de Pumas a la final del futbol mexicano hay muchas cosas que decir:
Muy mal Universidad por la manera en que planteó el partido. Miedoso, timorato y apanicado.
Muy bien América, porque se fue como los grandes. Dejando todo en la cancha y, aunque terminó con nueve hombres, siempre dio sensación de peligro.
Muy mal Pumas, porque le tuvo pavor a un rival que desde el primer minuto se le fue encima y lo tuvo contra las cuerdas.
Muy bien América, porque, aunque sabía que tenía que suceder un milagro, sus jugadores fueron valientes y nunca dejaron de luchar. Sabían que no importaba si recibían un gol, siempre y cuando ellos hicieran cuatro. Sólo les faltó uno.
Muy mal Pumas, porque no se vale encarar una semifinal de vuelta en casa con tres goles de ventaja y hacer sufrir de esa forma a sus fanáticos.
Muy bien América, porque le dieron a su afición lo más sagrado que hay en este deporte que es dejar el alma en cada barrida y sentirse dignamente representados en la cancha.
Muy mal Pumas, porque su cuerpo técnico nunca entendió que su rival se la jugaría como lo hicieron y fueron incapaces de, por lo menos, impedir que tuvieran la pelota con dos hombres más en la cancha.
Muy bien América, porque dignificaron su profesión y defendieron la camiseta hasta el último segundo.
Muy mal Pumas, porque, jugando así, no merecen ser campeones y están cerca de serlo.
Muy bien América, porque demostró ser grande ante las peores adversidades.
La final sera el domingo en Ciudad Universitaria y espero que el fanático Puma nunca olvide la manera en que salvaron de milagro la eliminatoria.
Ayer se necesitaba un milagro y el milagro fue de Universidad. Increíble.
Muy mal y muy bien.
Twitter: @andremarinpuig