Mujer de la tercera edad teme que uno de sus hijos la deje en la calle

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Luis Rosales Chávez|CN COLIMANOTICIAS

Tecomán, Col.- Con mirada borrosa y dificultad al caminar, Doña Margarita Casas Mota, de 76 años de edad, suelta algunas lágrimas tras recordar el sufrimiento que está viviendo, pues acusa a uno de sus 11 hijos de pretender despojarla de su vivienda, la cual con mucho esfuerzo construyó durante varios años.

Doña Margarita vive en la calle Gustavo Díaz Ordaz número 250, en la colonia Álvaro Obregón, y desde esta humilde vivienda narra su sufrimiento.

“La casa es mía porque yo tengo mis papeles, pero como aquí vivió mi hija Alejandra, no se quiso ir a Estados Unidos con su esposo porque según decía que quería estar al pendiente de mi”.

Recuerda que hace muchos años que murió su esposo y desde entonces se hizo cargo de ella su hijo Juan.

“Mis hijos me rentaban casa, mi esposo se dedicaba al campo, entre tres hijos me compraron el terreno, me hicieron mi casita de pura madera, pero grande; la fui formando poco a poco, con contratas que agarraba iba comprando mi material. Tuve 11 hijos, de los que más me han apoyado Tomás, Cecilio, Juan, Isabel y Hugo”.

Sin embargo, relata que su situación se dificultó cuando se fue a vivir su hija menor de nombre Alejandra, “cuando yo estaba enferma en mi casa, me decía (Alejandra) que sus amigas le decían que cuando una casa es donada nunca se las quitan a las personas y así duró mucho tiempo platicándome eso, yo nada más la escuchaba”.

Y añade: “un día me dijo ‘mamá levántate’, le dije ¿a dónde me llevas? y me contestó que a un mandadito, y me subió a su carrito que trae y le dije ¿a dónde me llevas? ‘Aquí vamos al triangulito, aquí donde es el club de leones’, me contestó. Llegamos a un lugar y ella me bajó del carro, alguien me dio la mano, me saludó, y me dijo ‘ponga aquí su dedo y haga su cruz’. Tiemble y tiemble por mi enfermedad no supe cuántas hojas firmé, no me di cuenta de nada, y luego me dijo ‘párate, mamá, vámonos’, pero ella nunca dijo que eran las escrituras y nunca me dijo que le puso que le había donado y cuando le pedí mis papales sólo me dijo que ella ya estaba enfadada de vivir conmigo”.

Doña Margarita, aún con su enfermedad, dice que le pedía a su hija Alejandra que le regresara los documentos de su casa y sólo pide que la dejen seguir viviendo ahí, “porque con muchos trabajos forjé mi casita y quiero que mi casa me la devuelvan, pues yo aquí acabé mis fuerzas”, exclama.