México y Osorio, más inflados que nunca

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PERGAMINO BALOMPÉDICO

Por: Alex Berber

Increíble. Hice zap a la transmisión de Televisa Deportes del partido Alemania 4-1 México y escuché que el dos veces técnico mundialista nacional, Javier Aguirre, decía algo así como: “lástima de resultado, porque se jugó muy bien”… No pude contener mi asombro, porque parecía que el “Vasco” había visto un encuentro distinto al que millones de mexicanos vimos, donde el segundo equipo teutón, sin despeinarse, exhibió a una selección mexicana sumamente sobrevaluada, dirigida por un entrenador al que un amigo definió perfectamente como “un charlatán”.

Antes del partido, pronostiqué un 3-1 favor Alemania, simplemente porque eso es lo normal. Los germanos son campeones del mundo y México llegaba a esta Confederaciones como campeón de uno de los sectores de más pobre evolución futbolística. Sin embargo, me preocupa que en pleno 2017, con tanto bombardeo mediático desde diferentes sectores, los mexicanos sigamos siendo víctimas de la gran mentira que es la selección nacional, un equipo sin estilo futbolístico, con dos o tres jugadores que verdaderamente valen lo que sus promotores dicen, y con las mismas falencias que han hecho que México se quede fuera del famoso “quinto partido” de la Copa del Mundo durante décadas.

Desmenuzar las diferencias entre el futbol alemán, el proceso de trabajo de su selección, y el balompié mexicano sería tan inútil como comparar a Angela Merkel con Enrique Peña Nieto. Lo único cierto es que la permanencia de Osorio en la selección mexicana no augura ningún avance significativo en la actuación mundialista que se dará en un año allá en tierras rusas.

Es cierto, Osorio solamente ha perdido un par de partidos desde que tomó el mando de la selección mexicana, pero qué partidos y de qué forma. El que más dolió a la hinchada mexicana fue el duelo ante Chile, un 7-0 ante un equipo al que antes se le ganaba, no cómodamente, pese a que los andinos tuvieran en su cancha a jugadores que en su tiempo fueron figuras del futbol europeo, como es el caso de Marcelo Salas e Iván Zamorano. Lo que tiene Chile y que no ha tenido México es evolución. México va de Mundial en Mundial calificando como puede y viviendo en una burbuja sobrevaluada por promotores que deciden quién juega y quién se queda fuera de las convocatorias.

Veamos de 2014 para acá. México perdió un partido donde compitió, mas no superó a una Holanda que había goleado en su presentación a la Furia española. No entendieron el mensaje y tuvieron que despedir al “Piojo” Herrera por un tema extra cancha que no hace más que evidenciar lo sobrados que están los actores futbolísticos dentro de nuestra sociedad, sintiéndose intocables.

Llega Osorio y gana los partidos eliminatorios que debe ganar (así como Alemania debía ganarle a México), y los sorprenden con un 7-0 ante los chilenos. Se fraguó su salvación desde la televisora que lo controla todo por puro capricho. Los directivos nacionales habían comprado a un wanna be Marcelo Bielsa y hubo que respaldarlo, pese a la desafortunada exhibición.

A Osorio no lo van a echar, aunque no llegue a levantar la Copa Oro, el único torneo que por prosapia en la zona siempre debe estar obligado a ganar. Pero eso no indica que vaya a hacer un buen papel en la Copa del Mundo. Sus fetiches lo van a terminar matando. Se desespera en ocasiones, como cuando estalló contra el cuerpo técnico de los neozelandeses después de una jugada anti Fair Play, queriendo ocultar que el verdadero enojo era porque minimizó a los oceánicos tanto que quiso poner un equipo alternativo, como si México pudiera darse esos lujos.

Deja grandes dudas de su sapiencia como entrenador cuando ves que sigue llamando a los mismos futbolistas que tienen decenas de partidos demostrando que la camiseta verde les queda grande, o como en el caso de Layún, jugadores que involucionan y que llevan casi un ciclo mundialista completo sin ser capaces de meter un centro como D10s manda.

Esta es la selección mexicana más inflada de la historia, y su entrenador bien pudiera serlo también. Por eso es que aún en 2017, estos golpes futbolísticos son tan sonoros.