Los hombres en la cocina huelen a caca de gallina

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Por: Jonás Larios Deniz*

Los estereotipos deterioran las relaciones entre hombres y mujeres en las sociedades postmodernas. La lucha de las mujeres por la equidad enfrenta obstáculos gigantescos y la asignación social de las tareas sigue obedeciendo a patrones culturales obsoletos y peligrosos para los esfuerzos reformistas de la educación mexicana. El cuidado de los hijos no es un asunto de exclusivo de las mujeres, ni las tareas domésticas, ni la educación temprana de las niñas y niños; tampoco la política, la administración pública y el liderazgo directivo es exclusivo de los hombres. Así que el dicho ”los hombres en la cocina huelen a caca de gallina” es una trampa que perpetúa la dominación de las mujeres por los hombres. Es un reto desmitificar los roles femeninos y masculinos en las actividades públicas y privadas.

Los hombres en la cocina disminuyen la carga de trabajo doméstico que injustamente recae en las mujeres, además representan la posibilidad de romper la etiqueta de padres tiranos puesta a los hombres en las familias latinoamericanas y abren la posibilidad de disminuir la violencia intrafamiliar a partir de la distribución del trabajo en casa entre todos los miembros de la familia. Los hombres en la cocina no huelen a caca de gallina, huelen a justicia, a respeto, a dignidad. De la misma manera, el debate por el cuidado de las hijas e hijos como una responsabilidad exclusiva de las madres es un asunto a revisarse ya que representa un yugo para las mujeres, una carga que impide su desarrollo individual, social y profesional. Es urgente que la sociedad acepte que los hombres también pueden hacerse cargo del cuidado de los hijos.

El 21 de abril se festeja el día de la educadora en México, fecha elegida debido a que se conmemora el nacimiento de Federico Froebel (1872), pedagogo alemán creador del kindergarden o preescolar quien logró desarrollar el concepto de juego como actividad fundamental de aprendizaje en la infancia. Froebel aprendió de Juan Enrique Pestalozzi (1746-1827), quien fue profesor, pero, sobre todo, padre amoroso de niñas y niños pobres y huérfanos.

La educación preescolar no es una tarea fácil, en mi opinión, es una actividad en donde la presencia de hombres impactaría positivamente a los roles que se viven en los hogares. Además, es una actividad profesional que va más allá de ser cuidadora o cuidador de niños, no sólo es cantar y jugar, es regar el jardín con cantos y juegos, pero debe hacerse desde lo femenino y lo masculino.

Feliz día de las educadoras y de los educadores de jardines de niñas y niños en México.

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima