Las buenas decisiones

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Cada que observo a personas jóvenes en los cruceros pedir apoyo para apoyar a  albergues o centros de rehabilitación a favor de quienes fueron presa del vicio, me pregunto qué es lo que ocurrió para que estén allí, en pleno sol y pidiendo los favores del público. “Lo que guste usted, una moneda”, dicen humildemente cuando alguien refuta sus servicios.

Me pregunto qué hicimos mal como sociedad o qué no hicimos para impedir que los jóvenes hayan sido atrapados por el alcohol o las drogas. Si hiciésemos esta reflexión a fondo, nos daríamos cuenta que la tendencia al vicio o la adicción,   no nació por casualidad sino por el  encadenamiento de conductas diversas en la que los padres tuvimos algo que ver. ¿ A poco no ?

En mis tiempos de adolescente la oferta de alcohol existía,  pero hoy, esta resulta desmedida porque uno encuentra vino hasta en las tiendas de abarrotes. Por esa facilidad de encontrar los productos etílicos en cualquier parte, es que el  consumo se ha disparado. También ha sido un factor principal la política de apertura de expendios alcoholeros y otros establecimientos por los ayuntamientos. En los cuatro principales, el consumo es altísimo, y debo decir que este fenómeno no está desvinculado de la violencia diaria. Colima, Villa de Álvarez, Manzanillo y Tecomán son en conjunto una gran cantina junto con los restantes seis municipios. Una gran cantina que influye muchísimo en la descomposición del entorno violento en que vivimos.

Los jóvenes de los cruceros llegaron a estos lugares  porque decidieron luchar para obtener una victoria sobre las adicciones que los  apresaron. Pero no faltan los que están drogados en cruceros. No son culpables, desde luego. Pero si son responsables de su proceder. Ellos no autorizaron, sin embargo, la apertura de tantos y tantos comercios ni los horarios tan amplios de que disfrutan; ellos no ordenaron la costosa publicidad que se genera para colocar los productos etílicos en el gusto de todos. Ellos no son culpables de que sus padres no les hayan advertido de los riesgos de consumir alcohol a edad temprana o de que estos hayan sido omisos acerca de las relaciones personales negativas que los orillaron al camino del vicio. Entonces, hemos de pedirles perdón porque permitimos que se perdieran en el camino de ser personas de bien. Como sociedad, estamos en una juntura maligna.

Este problema no desaparecerá si la sociedad continúa cruzada de brazos y sigue permitiendo la promoción de bebidas alcohólicas en todos lados.  Tantas y tantas organizaciones ciudadanas existentes – bueno, de membrete son la mayoría – y ninguna se ha interesado por este tema. Protestan contras los aumentos de precio  o contra candidatos por temas electorales en general, pero son pasivas acerca de algo que realmente nos daña.  A ver, ¿dónde  está, por ejemplo, Fuerza Voluntaria,   la que defiende  derechos humanos, las asociaciones universitarias, los frentes políticos, las iglesias? Brillan por su ausencia.

Porque estamos desorganizados es que hay anormalidades que interrumpen el camino para una vida buena. Pienso que  podría exigírseles a todos los  alcaldes  que revisen sus políticas de apertura de negocios de venta de alcohol, que examinen si es más importante el dinero que  reciben vía impuestos que el daño causado a las poblaciones.  Que le metan “coco” a los efectos sociales que causa la ingesta indiscriminada de alcohol, principalmente en jóvenes que son afectados en sus neuronas. De por sí, muchos tienen dificultades para una instrucción digamos normal, pero con esa afición etílica o con el gusto de   probar drogas, pues la cosa se pone mal. No son pocos los jóvenes que se presentan dizque a clases los lunes afectados por la farra del fin de semana, es decir, crudos o “credos”.

¿Quieren  demostrar  las autoridades  que les importan sus gobernados? Entonces manos a la obra. Nada de buenas intenciones o discursos bonitos de  exhibicionismo de funcionarios. Acción, se requiere acción y liderazgo para las buenas obras. Tienen la palabra.  Y los paterfamilias tienen gran responsabilidad en la conducción de sus hogares.  Tienen que regresar las buenas decisiones.  Ver en (F) Mural, Reforma, Crónica, Desde la Fe, Imagen Televisión, Jornada, El Economista, El Comentario, El Noticiero  y sitios web locales.