La Sangre Caerá Sobre sus Cabezas

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    Durante los casi 18 meses transcurridos desde que el moribundo tiranosaurio transfirió los poderes a su ridículo e inepto aprendiz de tirano, los miembros de la oposición—tanto dentro como fuera del país, con contadas y honrosas excepciones—nos hemos limitado a la vergonzosa actitud de esperar porque el diablo se lo lleve y nos resuelva el problema. Nuestro ancestral síndrome de dependencia nos ha llevado a pedirle a la Providencia lo que antes le pedíamos a los americanos.

    Y así como ya sabemos que a los americanos les importa un bledo la libertad de Cuba; también deberíamos aprender de una vez por todas que la Providencia no presta atención a los pusilánimes y los cobardes.

     La única beneficiaria de nuestra actitud plañidera y contemplativa ha sido la tiranía. Mientras tanto, 40 desesperados procedentes de la provincia de Matanzas desaparecen en el Estrecho de la Florida probablemente masacrados por esos esbirros mata-cubanos de las Tropas Guardafronteras, el hijo diabético de Víctor Rolando Arroyo carece de medicamentos para paliar su diabetes, la anciana indomable de Gloria Amaya viuda de Sigler sufre más por el vil encarcelamiento de sus hijos que por las palizas físicas que le han propinado los testaferros de la dictadura, la mujer de Darsi Ferrer es vapuleada como un muñeco de trapos por los perros de la Seguridad del Estado por atreverse a demandar respeto a los derechos humanos, Antúnez es encarcelado por pedir libertad en las calles de Santa Clara, el padre Conrado denuncia la profanación por efectivos de la policía política de la Iglesia de Santa Teresita de Jesus en el heróico y legendario Santiago y Oscar Elías Biscet paga el precio de su rebeldía durmiendo sobre el frío concreto de su inmunda y maloliente mazmorra.

    Todo sigue igual en el infierno diseñado y administrado por los hermanos Castro. Y para ganar tiempo, el tiranosaurio afirma en reflexiones redactadas por sus escribanos que no se aferrará al  poder, el aprendiz de tirano estimula a una población suspicaz e incrédula por tantos años de engaños a que exprese sin temor sus quejas sobre las ineficiencias del gobierno, el mequetrefe de Carlos Lage, hijo, dice que el socialismo no está reñido con la comida y Mariela Castro, producto adulterado de la cohabitación de una pareja diabólica, sirve de madrina en un matrimonio entre homosexuales.

    Todo esto después de pasar medio siglo sin  celebrar elecciones, de fusilar, encarcelar y perseguir a todo el que no pensara como ellos, de reprimir en forma despiadada a los homosexuales y de condenar a los cubanos a una dieta mas baja en calorías que la de los esclavos durante la colonia. Cualquier cosa con tal de ganar tiempo para poner a buen resguardo en playas lejanas el producto ilícito de su corrupción y de sus fechorías.

    Desde luego, que eso no inhibe en lo más mínimo a los seudo-analistas que hablan de un Raúl más pragmático que el tirano, ni a los mercaderes que siguen dispuestos a hacer negocios con la tiranía para aumentar su lucro adelantándose  al cambio que ya se acerca, ni a los ilusos que siguen soñando con una transición pacífica, ni a los hipócritas que se rasgan las vestiduras ante la posibilidad de cualquier derramamiento de sangre, ni a los oportunistas que hablan de un borrón y cuenta nueva.

    Ahora bien, quienes de verdad queramos no sólo acelerar la transición a la democracia sino consolidarla para muchas generaciones futuras, tenemos que entender sin la mas mínima duda que los cánones básicos de la justicia moral estipulan que los delincuentes no deben disfrutar del fruto de su delito, que una cosa es aplicar el “borrón y cuenta nueva” a deudas financieras y otra muy distinta a los verdugos que derramaron la sangre de Virgilio Campanería, de Plinio Prieto, de Rogelio González Corso, de los inocentes del Remolcador 13 de Marzo o de los tripulantes de las avionetas de Hermanos al Rescate, que hay altas probabilidades de que en la locura del cambio se produzca algún derramamiento de sangre y, sobre todo, que Raúl y su camarilla son unos carniceros embriagados de sangre y cegados por la arrogancia que jamás renunciaran al poder por medios racionales ni pacíficos.

    Debo confesar que en el curso de este largo y alucinante viaje he albergado a veces la esperanza de que el torrente atronador de las balas cediera el paso a la dulce sinfonía de la palabra. ¡Que hermosa y edificante habría sido la transición pacífica por la que han arriesgado bienestar, seguridad y vida nuestros heroicos compatriotas de la oposición interna!. Una transición similar a la de Checoslovaquia o la de Polonia. Pero, por inexplicables designios del destino, ni los cubanos somos checos ni los Castro son el General Jaruselzki quién, a la hora de las definiciones difíciles  y peligrosas, optó por ser polaco antes que comunista, por ser patriota antes que opresor de su pueblo.

    Si buscamos un paralelo para estos engendros maléficos que contaminaron con su nacimiento la tierra de Birán lo encontraremos en la demencia de Nerón, la compulsión sanguinaria de Hitler o la contumacia de Ceausecu. Y ya sabemos como terminaron esos tres personajes.

    Por lo tanto, me temo que nuestro camino hacia la libertad tendrá que ser regado con la sangre de nuevos mártires. Ese será el precio que nos obligarán a pagar los monstruos que han querido convertir una nación en su feudo particular y a todo un pueblo en una cuadrilla de esclavos. No tengo facultades de taumaturgo para poder predecir de donde saldrá la bomba ni cual será el detonador. Pero estoy convencido de que el pueblo de Cuba no aguanta más.

    Que ese pueblo no está unicamente en el exilio, en las cárceles o en la oposición interna. Ese pueblo es también parte de las fuerzas armadas, del partido y hasta de la policía política. Ese pueblo se va a levantar un día—mas pronto de lo que pueden vislumbrar nuestros enceguecidos  opresores—y va a decir: “¡Basta ya de miseria, opresión e ignominia!”.

    Entonces se hará la libertad con la misma espontaneida con que un día se hizo la luz comandada por el comandante de todos los comandantes. Aquel que nació en Belén y derramó su sangre en el Gólgota para salvación de toda la humanidad. Esa sangre, al igual que la de nuestro pueblo, caerá sobre las cabezas de nuestros opresores.

    Para información sobre el Partido Nacionalista Democrático de Cuba, puede usted visitar nuestra página www.pndcuba.org . En la misma tambien podrá escuchar Radio Nueva Nación, emisora oficial del PNDC,  todos los sábados a las 7 PM, hora estandar del este.

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