LA RUTA DE JUÁREZ, LA PREPARACIÓN Y EL RITO ANTES DE SER PRESIDENTE DE MÉXICO

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Uno de los personajes más importantes de la historia de nuestro México es sin duda Benito Pablo Juárez García, quien encarna la lucha por la libertad de los pueblos indígenas y es el más vivo ejemplo de la grandeza de nuestra raza, pues siendo un niño de condición humilde, hijo de padres zapotecos, quien para variar se quedó huérfano, lo ponía en una condición de franca desigualdad en un futuro que no prometía el acceso a la educación, ni el obtener mejores condiciones de vida, en una nación donde prevalecía una marcada discriminación para los descendientes de indígenas, que desde su nacimiento asentaban su condición bajo el término “indio” como puede comprobarse en la Fe de Bautismo de Benito Juárez, expedida al día siguiente de su nacimiento en la parroquia de Santo Tomás Ixtlán, en donde se utiliza el término “indios” para referirse a sus padres.

En la época que nació Juárez ya se había proclamado la independencia, pero las condiciones en la que vivían miles de mexicanos eran incluso más precarias, puesto que el levantamiento armado había dejado libertad, sí, pero mucha pobreza y los hijos de los peones de las haciendas y los que dejaron de ser esclavos por el hecho de ser indígenas, aspiraban al trabajo en las zonas agrícolas, en las haciendas, en la construcción, y las mujeres en labores domésticas con duras jornadas de Sol a Sol; la situación se tornaba peor para la huérfanos de esa época.

Benito Juárez quedó en la orfandad a la edad de tres años, su madre murió en el intento de dar a luz a una hija, pero eran indígenas y no tenían acceso a servicios de salud, al poco tiempo murió su padre y Benito junto a sus hermanas Josefa y Rosa, quedaron bajo el cuidado de los abuelos, quienes años después murieron.

Para sacar adelante a sus hermanas, Benito Juárez se dedicaba a pastorear ovejas y ser peón de campo. Ya bajo el cuidado de su tío paterno, aprendió lo básico del idioma español castellano, pero no había escuelas y para cumplir los sueños de estudiar era irse a vivir a la capital y trabajar de sirviente en alguna casa para sostener sus estudios; fue en vísperas de Navidad, en el año de 1818, que Juárez García decide mudarse a la ciudad de Oaxaca.

Desde pequeños los hermanos se tuvieron que separar y su hermana Josefa trabajaba como cocinera de la familia de un acaudalado comerciante extranjero llamado Antonio Maza, quien tenía una hija adoptiva de nombre Margarita, quien se convertiría años después en la esposa de Benito.
Sus experiencias en la escuela fueron terribles, la discriminación y malos tratos para los niños de condición indígena en escuelas donde los sacerdotes eran quienes educaban, marcaron la vida de Benito, quien refería que a los niños ricos los llamaban “decentes” y a los pobres e indígenas les daban el nombre de “ayudante”; para éstos últimos había castigos ejemplares por la escritura deficiente, falta de dominio del castellano o mala lectura, exhibiéndolos ante los demás.

Lo anterior motivó a Benito Juárez a estudiar por su propia cuenta y más adelante ingresar al seminario a pesar de la animadversión que sentía por los clérigos, ahí aprendió gramática latina, latín, filosofía y teología, esta última era una clase que no le interesaba, por lo que después de obtener calificaciones de excelencia y notas honrosas, decidió dejar el seminario y estudiar derecho, inscribiéndose a la carrera de jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y artes de Oaxaca, donde la mayoría de sus maestros eran masones y obtuvo el título de abogado en 1834.

Luego de graduarse como abogado, trabajó durante algún tiempo defendiendo comunidades indígenas, trabajo que lo hacía viajar entre diversas comunidades y la ciudad de Oaxaca e incluso lo llevó a la cárcel; Juárez podía leer textos en latín, francés e inglés además de que conocía el derecho canónico y el civil, lo que hacía de él uno de los juristas más completos.

Se desempeñó como rector del Instituto que lo formó, eso lo llevó a participar en la vida política, siendo el primero de enero de 1832 su primer cargo en participación en política como regidor en el H. Ayuntamiento de Oaxaca; en agosto de ese año, fue nombrado ministro suplente y un año más tarde diputado local, tras ocupar diversos cargos y reconocimientos en el ámbito de la impartición de la justicia y algunos secretario de gobierno. Fue un luchador infatigable contra el clero, apoyando a Valentín Gómez Farías.

El 15 de enero de 1847 se inició en el Rito Nacional Mexicano de la Masonería, en el taller Independencia No. 2, cuyo gran maestro era el diputado José María del Río, en dicha ceremonia Juárez adoptó como nombre masónico Guillermo Tell. Este evento de gran importancia para la vida de Benito Juárez tuvo lugar en Palacio Nacional, dentro de un salón del Senado de la República habilitado como templo masónico.

Asistieron el vicepresidente Gómez Farías y Miguel Lerdo de Tejada, entre varios diputados, ministros, gobernadores, militares e intelectuales. Al mes siguiente Juárez fue nombrado vicepresidente de la Gran Logia de la ciudad de México, denominada La Luz.

En 1854, después de proclamado el Plan de Ayutla, Juárez recibió el Grado 7°, y en 1862 el 9°, el de más alto reconocimiento dentro de su rito. Fue también gran maestro de la Gran Logia del Rito Nacional Mexicano en 1869. Don Benito mantuvo relaciones cercanas con los dirigentes de los ritos escocés y yorkino en otros países, de quienes recibió importantes reconocimientos en España y Francia.

Fue gobernador interino de Oaxaca en 1847, se caracterizó por lograr el equilibrio económico y la realización de obras públicas como caminos, reconstrucción del palacio de gobierno, fundación de escuelas normales, el levantamiento de una carta geográfica y del plano de la ciudad de Oaxaca, duplicar el número de escuelas en el estado. Creó el puerto de Huatulco y construyó el camino hacia la capital, lo que permitió reducir el costo de varias mercancías que eran traídas de Veracruz o Acapulco, reorganizó la Guardia Nacional y dejó excedentes en el tesoro.

Como gobernador, Juárez iniciaba actividades frecuentemente a las cinco de la mañana y salía de su despacho muy tarde, pasadas las 10:00 de la noche. Instaló un escritorio público para que cualquiera que lo solicitara pudiese hablar con él sin importar su condición social o económica.
Una de las decisiones que le costó un alto precio fue la de impedir la entrada a la ciudad de Oaxaca al entonces fugitivo Antonio López de Santa Anna, y en 1853 cuando, por decimoprimera vez, era electo presidente Santa Anna, se vengó de Juárez, lo encarceló en la tinajas de San Juan de Ulúa y lo desterró en una embarcación que llegaría a Cuba, ahí trabajó en una fábrica de puros y tiempo después viajó a la ciudad de Nueva Orleans, lugar en donde buscó el apoyo de las logias masónicas y fue ahí donde conoció a Melchor Ocampo y a otros exiliados que eran perseguidos políticos del dictador. Ahí ellos formaron un bloque que se reunía de forma secreta para planear un golpe de estado contra Antonio López de Santa Anna. 

Hasta aquí llegamos, amable lector, lectora, con los antecedentes que desde su infancia formaron en Benito Juárez los principios y valores que regían su vida; la masonería jugó un papel determinante para que este hombre liberal diseñara la ruta para llevar a México a ser una nación más justa, equitativa y verdaderamente libre; para eso tuvieron que pasar algunos movimientos armados y la creación de una Constitución, pero de ello ahondaremos mañana, por hoy: ¡Viva Juárez!