LA RESIDENCIA PRESIDENCIAL DE COLIMA  

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CULTURALIA

Por: Noé Guerra

En la fachada se observan placas alusivas al Benemérito de Las Américas y hasta hace unos meses se leía un letrero de: “RENTA O VENTA”. En total abandono y hasta vista como estorbo y de riesgo por automovilistas y transeúntes desde mediados de los años noventa, cuando en definitiva la desalojó el personal de Fomento a la Salud de la entonces SSyBS del Estado de Colima, sobre los 40 mil pesos mensuales por renta y con un avalúo promedio como terreno de alrededor de 3 millones de pesos, se ofrecía la finca marcada con el número 36 de la calle 5 de mayo en el centro de la ciudad de Colima, inmueble decimonónico que no obstante su indiscutible valor histórico al parecer a los colimenses nos tiene sin cuidado, no nos importa solo esperando su derrumbe, para irremisiblemente perder otro más de los últimos motivos arquitectónicos de nuestra identidad histórica.

De fachada austera y construcción sobria era una finca funcional para los requerimientos de la época aun con la importancia política de su propietario, como original propiedad del primer Gobernador del Estado el general Manuel Álvarez Zamora y, por tanto la primigenia Casa de Gobierno, esa misma casona a la postre fue la Residencia Oficial de la Presidencia de la República, habitada, en su momento, y por un periodo de 15 días, del 25 de marzo al 8 de abril de 1858, por el Presidente Benito –Pablo- Juárez –García-, cuando acompañado por poco más de un centenar de hombres venía huyendo proveniente de Guadalajara perseguido por milicias al mando de Antonio Landa del bando Conservador en la región.

Una finca que con sus casi dos siglos a cuestas ahí continúa aun de pie ante la indiferencia de los colimenses, la especulación financiera y el muy lamentable desinterés del gobierno en sus tres niveles y ámbitos por rescatarla. Casona de la que, si nos atenemos al dicho popular y a las sendas leyendas que junto con las placas alusivas a su importancia y valía histórica se ostentan en su fachada, es parte del amplio patrimonio -en su mayoría ocioso- de los Assam de Colima, una de las familias burguesas que como oriunda del oriente medio, supo hacer negocios en esta región y empoderarse como una de las de mayor tradición y pujanza económica en la entidad explotando diversos giros. Al respecto cabe apuntar que según lo pude constatar hará unos 25 años, el inmueble consta de dos plantas y 18 habitaciones con sus patios, accesorios y áreas de servicio y servidumbre.

Tal como lo apunta Ernesto Terríquez Sámano, Juárez llegó a Colima el 25 de marzo de 1858 acompañado, entre otros, por: Guillermo Prieto, Manuel Ruiz, Melchor Ocampo, León Guzmán y Santos Degollado, nombrando a éste último aquí como ministro de Guerra y general en jefe del ejército liberal. El 11 de abril de aquel 1858, luego de su estancia en Cuyutlán y dos días en el Puerto de Manzanillo, Juárez se embarcó con su presidencia itinerante y perseguido en una etapa de encarnizada guerra civil en la que los conservadores buscaban la reinstauración de la monarquía y los liberales luchaban por el establecimiento de la República, época en la que Colima pagó su cuota de sangre con el asesinato de sus tres primeros gobernadores: Miguel Álvarez, José Silverio Núñez y Miguel Contreras Medellín.

Para mí como para muchos otros colimenses que amamos esta tierra, resulta penoso y hasta vergonzoso que una construcción de ese indiscutible valor y representación histórica se encuentre en condiciones tan deplorables y en el ostensible estado de ruina que se deduce ante el abandono y a punto de desplomarse. Es definitivo que nada se ganará cuando esto haya sucedido solo lamentarnos por lo perdido; no obstante aún es tiempo y en ese sentido, aprovechando el marco conmemorativo de los 160 años de la erección del Estado Libre y Soberano de Colima, se hace necesario voltear a verla, identificarla y revalorarla en su justa importancia para que el gobierno federal, el estatal o el municipal la expropiaran por causas de interés y para beneficio público y la adaptaran como un centro cultural dedicado a esa etapa de origen y definición política de nuestra Entidad Federativa. Esperemos que se haga algo.