La Panga

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El perro que fue legislador por un día

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Antes que nada quiero refrendar mi amor y respeto a los animales, en sus diversas modalidades, siempre van a demostrar aun siendo depredadores en algunas especies, que tienen más valores en ocasiones que aprenderles como grupos sociales. Ellos se cuidan de las manadas que los acechan debido a que la cadena alimenticia plantea la sobrevivencia a costa de lo que sea. Es así como se han creado leyes no escritas para que ellos puedan generar el orden y dar un ejemplo, si se podría decir, de cómo podríamos tolerarnos unos a otros.

Somos los únicos seres con raciocinio y repito, mi respeto para los animales pero lo que hizo el legislador Luis Ladino al llevar a su mascota al Congreso del Estado y sentarlo en una curul que representa la decisión de miles de sufragios que lo sitúan como representante popular me ha dejado completamente fría.

Y no es el perro lo aclaro, él no tiene la capacidad ni la voluntad de decidir, pero el que un perro haya ingresado a un recinto legislativo es la peor ofensa que se le puede hacer a la sociedad en virtud de que si un ciudadano pasa por una estricta verificación e incluso bajo un arco magnético para ingresar al recinto Legislativo, es impensable la idea de que alguien abusando de su cuota de poder y de su fuero, introduzca a un can para no solamente ser visto, sino para que legisle a su lado. Y sé que estamos en medio de las leyes de protección animal, pero creo que este es un populismo barato que utiliza el legislador tras el tema de Cuauhtémoc, en donde lamentablemente un perro fue lastimado de manera brutal y artera por una descerebrada mujer, la  cual no tiene el mínimo respeto por la vida. Considero que si el legislador quería impulsar una reforma para legalizar el buen trato hacia las mascotas, debió haber presentado un proyecto serio en donde abordara la dureza del castigo para quien atente de manera bestial contra un animal de cualquier tipo.

Lo que hizo el legislador Ladino fue tratar de llevar agua a su molino y hacerse el gracioso ante la gente creyendo que al introducir a un perro que sin proponérselo fue legislador por un día, estuvo acompañando a su amo en la toma de decisiones.

En el Congreso local se están viviendo momentos que son de llamar la atención, no sólo por los excesos en sus decisiones y en sus observaciones a otros funcionarios del Gobierno del Estado, además estamos en el tiempo en que están convirtiendo al Legislativo en el pasillo de lo increíble.

Lo primero que vimos en la actual Legislatura fue el chapulineo, posteriormente la triple WWW en todo su apogeo en donde los luchadores se daban hasta con la silla para denostar al otro, desgarrándose las vestiduras y haciendo un alarde de varios temas que le interesan al Estado en los que ellos también llevan gran parte de responsabilidades.

Todos esperábamos que en la sesión del martes anterior los legisladores sancionaran a los diputados de la anterior Legislatura que de manera irresponsable y marrullera se llevaron bonos de dinero público y no se atrevieron a sancionar, no se animaron, y por el contrario, nomás faltó que el dictamen nos pidiera a los ciudadanos a que nos disculpáramos con los ex tribunos que saquearon las arcas públicas, en donde destacan los nombres de Martín Flores, de Marcos Barajas, de Mariano Trillo, de Gina Rocha, Francisco Rodríguez y de Oscar Valdovinos. Ellos se dieron gusto empleando el poder de manera irresponsable y los actuales legisladores se hicieron de la vista gorda ante tales anomalías.

Pero eso no es todo, yo esperé que en alguno de los puntos del orden del día se castigara al omisor de cuidados que actualmente ocupa una curul y que a pesar de existir pruebas de su paternidad y de sus excesos en la omisión de sus responsabilidades paternales, se hayan prestado a torcer la ley y le hayan acomodado las deducciones de la nómina a placer.

¿Un ciudadano común podrá manipular una nómina de alguna institución pública? Yo creo que no. Pero en el Congreso a que el diputado Javier Ceballos abusando de su fuero y de sus influencias despedazó la dignidad de una mujer y de su propia hija negándole el legítimo derecho a que goce de la protección alimenticia, de seguridad social y educación.

Le pregunto a usted amable lector qué nos hubiera pasado si usted o yo hubiéramos intentado llevar a nuestra mascota, ya no digo un perro, un hámster o un cotorro a una sesión del Congreso del Estado? Acertó, hubiéramos sido votados de manera inmediata del lugar y expuestos públicamente ante el actuar inmediato de los guardias de seguridad del Congreso.

Lo curioso del caso, es que el INE realiza una elección infantil en donde los pequeños ganadores pueden aspirar a ser diputados por un día o presidentes municipales por un día, eso, tras resultados de una elección y presentación de propuestas por parte de los niños que incluso han sido tomadas en cuenta para conformar la Ley de Protección de las Niñas, Niños y Adolescentes.

Exijo como ciudadana una sanción ejemplar a este diputado Luis Ladino que se atrevió a burlarse la inteligencia de los colimenses, a faltarle al respeto a las instituciones y por mucho al usar a un perro para fines de proselitismo político, porque hay que decirlo como es, “las cosas claras y el chocolate espeso”, el señor llevaba al perro para ganar simpatías sin importarle poner en tela de juicio la legalidad de nuestras instituciones.

Señor Luis Ladino, cuando el ciudadano necesite una gestión a quién nos tendremos que dirigir, ¿a usted o al perro?