La historia de una mujer que enloqueció de amor

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Sucedió un día que Frida, nuestro personaje al nacer estaba destinada hacer afortunada en el deporte, los estudios, el trabajo, pero menos en el amor. Hija de familia conservadora, creció en el embeleso de los valores, la enseñaron a ser honesta, a defender sus ideales, a destacar en mundo diseñado exclusivamente para hombres, pero cometieron un error,  jamás le enseñaron el rostro de la maldad. Así fue creciendo y a los diez años fue víctima de abuso sexual, a los trece tuvo que tolerar tener como vecino a un misógino que insultaba y agredía a todas las niñas de la cuadra. Y por si faltara algo, en casa su madre alimentaba el machismo y pasaba por alto las agresiones de sus hermanos hacia ella, siempre ocultando al papá los abusos ejercidos en la casa y justificando a los varones.
Cuando se volvió asfixiante la casa, ella creyó que fugarse y casarse muy joven, resultaría una buena opción para alejarse del maltrato de sus hermanos, lamentablemente se equivocó, hizo una mala elección pues el hombre inmaduro, con el de manera desesperada unió su vida para por fin tener paz, resultó tener una preferencia sexual distinta a ella. Como era de esperarse las golpizas, insultos y humillaciones eran comunes hasta que un día quedó tirada en el piso bañada en un charco de sangre y su amado consorte la dio por muerta y se dio a la fuga. Los vecinos de inmediato la auxiliaron, las lesiones fueron considerables, se recuperó meses después quedándole como secuela un daño al sistema olfativo como producto del impacto del cráneo sobre el piso. Por suerte vivió para contarla y retorno al noviazgo que había interrumpido por el  arrebato de salir de casa, y debo decirlo que en esta otra historia, tampoco hubo un final feliz.

Superando el episodio de violencia un par de años después, se hizo un novio planearon unir sus vidas, realizaron los preparativos y dos meses antes de la boda Julián murió en un asalto a mano armada. Ya ni imaginar lo que para Frida representó,  era un golpe demoledor que le atravesó las entrañas y le trajo una depresión y aislamiento que por años padeció. No fue nada fácil y transcurrido el tiempo comenzó hacer amigos y un día decidió acudir a un festejo de cumpleaños en donde un sujeto coloco una pastilla en su bebida para horas después abusar de ella quedando aterrada semidesnuda, en la habitación de un motel. Con terror acudió con un ginecólogo quien le recetó anticonceptivos, en ese tiempo estaba de moda el opening de la píldora del día siguiente y lejos de  evitar un embarazo no deseado, al parecer el exceso de progesterona en su cuerpo le trajo como resultado que meses después aparecieran los síntomas y le enteraron por lo menos que tenía tres meses de embarazo tras realizarse una prueba de orina. El peor error fue querer obligar desde la moralidad de la familia, a que el padre de la criatura se hiciera responsable y entraron a una relación fallida, forzada y sin amor, en donde la violencia de Alberto se hizo presente una y  una y otra vez, al grado que los golpes alcanzaron al bebé y fue inevitable la separación necesaria, en donde Frida era constantemente sometida a golpes por su pareja por no acceder a cuestiones íntimas, era de esperarse, ella nunca se sobrepuso a su agresor y peor aún, se volvió en su compañera. Buscó el brazo de la justicia y a pesar de denunciar una y otra vez ante una mesa del ministerio público, nunca prosperaron sus denuncias. En aquellos años, diez o más se caracterizaban por los constantes abusos del poder en contra de las mujeres víctimas de la violencia, sin que nadie hiciera algo para detenerla.

Y era muy ilusa, un día, el menos pensado, Frida conoció a un hombre que parecía encantador, elocuente, e inteligente, un timbre de voz perfecto que le regalaba palabras que la hacía sentir una princesa. Sólo su padre la hizo sentir así en la niñez, solo su padre la protegió y le brindó amor y respeto. Este personaje llamado Luis, de acuerdo a los datos que le dio a Frida aseguró ser divorciado y no pasó mucho tiempo en que a la joven madre soltera, se le cayera la venda de los ojos y se diera cuenta que estaba en medio de un huracán. Ya con tantas tristezas acumuladas conoció el rostro de la infidelidad, el abrazo amargo de la mentira, la crudeza de la violencia, pero además, este modelo de varón era muy sofisticado y Frida formaba parte de su colección.

Tras haber tenido experiencias malas creyó que está era la menos peor y se aferró a la idea de tener una familia a costa de lo que fuera, pretendió abrazar por lo menos una vez la idea de tenerlo todo, pero sobre todo ella buscaba desesperadamente que su hijo tuviera la figura paterna que sirviera como guía y ella en cambio, aspiraba a tener el respeto de un varón. No pedía dinero ni tampoco una casa, no quería lujos ni carro, joyas o viales, sólo le ambicionaba el hecho de sentirse amada respetada y valorada como mujer.

Y terminó la historia con una serie de padecimientos psicosomáticos que a su vez generaron enfermedades diversas, pero sobre todo estaba muy lastimada en su dignidad de persona y en sus emociones. No pasó mucho tiempo, murió joven y dejó a su hijo en la orfandad, ningún médico pudo diagnosticar su mal, ella sólo decía “que había enloquecido de amor”.

Le pregunto a usted amable lector o lectora  ¿cuántas Fridas conocemos? Considero muy acertada la propuesta del gobernador Ignacio Peralta quien con firmeza determina “Cero Tolerancia en Colima para quienes agreden a las mujeres”