La Divina Comedia en la política  

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Entre libros y café 

Por: José Luis Cobián León 

“Es por mí que penetras en la ciudad del llanto, es por mí que te diriges al dolor eterno, allí sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, deja a un lado la esperanza si entras aquí”.

Algunos crearan que es la frontera con México, o algún estado del país, pero no, en realidad era uno de los pasajes de Dante Alighieri en su libro La Divina Comedia, al llegar a la puerta del infierno.

Debido a que las circunstancias políticas, ya autorizan a sentirse uno curioso y crítico dentro de los límites de la cortesía y del respeto, porque entre tantos comentarios de un Círculo Vocinglero, es decir, donde se habla, se grita, se gruñe mucho e inútilmente, nos hacen sentir que al empujarnos hacia una verdad, realmente nos estuviesen alejándonos de otra que nos pueda llevar a buen puerto.

En este Círculo Vocinglero de ciudad, intervienen los buenos, los malos y los feos, que al igual que los tamales los hay de colores, que combinados en el ambiente suelen tener un olor a azufre, que tras un aire de ironía pareciera que nos ocultan algo. Pero para encontrar la verdadera alternativa de campaña, la pregunta sería. ¿Cuál es el color de las mentiras?, para no votar por él.

Quizás, nos haga falta un personaje cautivante como Michel de Notre-Dame, o Nostradamus, que era “un genio de la anticipación o charlatán, pero la realidad es que pudo haber tenido una mezcla de ambas”, para que nos adelantara el panorama con cada uno de los contendientes y con su equipo de trabajo, estos últimos, que en ocasiones pueden generar más estragos que las langostas.

Hablando de libros, La Divina Comedia, nos narra una visión maravillosa e inquietante de una selva única y de espanto, donde Dante Alighierie es salvado por su maestro, el gran poeta Virgilio, quien se vuelve su guía a través del infierno y el purgatorio.

Durante su trayecto al llegar hasta un enorme y oscuro portal, encuentran una piedra que  tenía la siguiente inscripción: “Es por mí que penetras en la ciudad del llanto, es por mí que te diriges al dolor eterno, allí sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, deja a un lado la esperanza si entras aquí”.

En su recorrido Dante se da cuenta que las tierras que bordean el infierno eran el limbo, donde habitan personas nobles y sin pecados, pero que al no estar bautizados, no podían gozar de la gloria del cielo, aunque tampoco debían sufrir los terribles castigos del infierno.

Narra Dante que en su visión el infierno es un abismo dividido en círculos, cada uno de ellos donde se purgan los pecados. El primer círculo era precisamente el limbo.

Evidentemente tenía que existir el círculo donde se encontraban los que se dejaron vencer por el cólera, “ahí pagaban su culpa golpeándose unos a otros, desgarrándose con uñas y dientes”. Algo muy parecido a la política en nuestro estado.

Entre los condenados se encontraba Felipe Arllenti, “un florentino conocido por su orgullo y su carácter iracundo, violento, irritable y arrebatado, que en vida paseaba por las calles de Florencia en su caballo, atropellando, hombres, mujeres y niños en fin todo lo que se le atravesara por su camino”. Y lanzo la pregunta. ¿Cuántos Felipes Arllenti andan sueltos por Manzanillo y Colima?

Y así, tuvo que cruzar por la negra laguna Estigia por medio de un barquero infernal para llegar al extremo del río, ahí los esperaba la tenebrosa ciudad de Dite con grandes luces rojizas, que parecía como si ardiera en llamas y donde se encontraban los últimos círculos del infierno.

Es así que Dante Alighierie con su talento y su vena poética, a través de su visión, culmina su curso por el infierno con el purgatorio, donde se limpian los pecados, para posteriormente internarse en la Divinidad del mundo celestial.

Realizando una analogía de nuestra comedia de ciudad, aunque no es divina, quizás tengamos que cruzar todos los círculos como Dante, pero solos, porque aunque tenemos un Virgilio, este es político, quien después de varios movimientos partidistas sigue en el juego de su carrera, aunque algunas lenguas, dicen, es cartucho quemado, mientras otras que es quien trae la pelota, por otro lado de Rubén Álamo “El Cachorro” dicen que junto a su equipo, nadie los pela, y que a ver cuánto les dura su casita de partido, sin embargo, otras dicen que se va fortaleciendo. Lo cierto es que a uno le antecede una carrera en la política, aunque por el momento no puede gozar de la gloria del cielo como su homólogo el poeta Virgilio, y a otro su fortaleza se aviva con la juventud que le da un nuevo matiz en la estrategia de su partido. Para que no quede nada en el tintero. Comentarios: [email protected]