Griselda Alvarez

    0

    Fue el 12 de febrero 1996, entre otras ocasiones, cuando hubo la oportunidad de entrevistarle, ya como ex gobernadora, en la ciudad de México. Por eso, en su deceso y en su homenaje, se reproduce aquí la conversación que sostuve con ella, entrevista publicada así entonces, donde quedan reflejados, entre otros aspectos, la forma de pensar y trabajar de Griselda Álvarez, y por igual la manera en que recibió y entregó el poder al concluir su mandato. Y es el texto siguiente:

    GAPL: En el PRI, el mismo modo de matar pulgas

    La ex gobernadora no cree que se vuelva a dar la selección interna de candidatos

    *Esos cambios no salen bien cuando son repentinos, afirma Griselda Álvarez *Hay una pluralidad política que hace bien al país *La ciudadanía, muy politizada, es exigente y hurga; se sabe hasta cómo tratan los precandidatos a su mujer e hijos, asegura *Advierte: El PRI tiene que ser muy cuidadoso *Recuerda Griselda cómo “una universidad” vejaba a su antecesor en el gobierno por un vacío de poder *Se autocalifica: Canto triunfal porque fui buena gobernadora *Desea para el próximo sexenio lo mejor para Colima

    Alfredo Montaño Hurtado

    México, D.F., febrero 1996. No creo que sea privativo de Colima tal y cual presentación de circunstancias para el proceso de sucesión gubernamental, pues en todos los estados de la República se observa una apertura política encaminada hacia la pluralidad, con la contienda entre tres o cuatro partidos, y si no contienda, cuando menos con la presentación de diferentes candidatos, señaló la ex gobernadora Griselda Álvarez Ponce de León.

    Entrevistada al respecto, dijo que “esta pluralidad está haciendo provecho a México”, porque la gente cada vez está más politizada, así a la democracia le pongan cada apellido que a veces sale hasta chusco. A continuación, el diálogo sostenido con quien fuera la primera mujer gobernadora de una entidad federativa del país.

    -Maestra Griselda, se ha hablado de que en esta ocasión podría haber una mayor competitividad entre los partidos, con más presencia de la oposición, aunque nadie desconoce que el PRI impulsa su reforma de fortalecimiento interno. ¿Serán justas estas apreciaciones?

    -Mire Alfredo, en términos generales yo quisiera ser muy abierta, como acostumbro, y con toda sinceridad decirle lo poco que pienso. Creo que no sólo en Colima sino en todos los estados de la República, se observa una apertura encaminada hacia la pluralidad. En todos los estados hay la contienda entre tres o cuatro partidos, y si no contienda, cuando menos la presentación de diferentes candidatos. Esta pluralidad le está haciendo provecho a México. Pero como no estamos acostumbrados a ella, toda cosa nueva nos mueve a inquietud, a comentario, a rumorología que es tan dañosa. La gente habla, opina, pero hay sustratos, y qué bueno que estén pensando así, con diferentes maneras de presentar la democracia. Aunque le ponen cada apellido que a veces sale hasta chusco.

     
    La democracia es democracia, y punto; pero qué bueno que hay partidos con seres pensantes que opinan en una cosa, en otra, en otra, en otra, y de ese conjunto, creo, se puede obtener el mejor producto. No creo por eso que sea privativo para Colima tal y cual presentación de circunstancias. Esto es en general en la República, incluyendo, claro, el Distrito Federal, donde vamos a tener elecciones.

    -¿Cómo fue su experiencia para la nominación como candidata del PRI a la gubernatura del estado de Colima?, ¿cómo fue su situación en particular y cómo la apreció?

    Tras referir la maestra Griselda Álvarez que esto ya lo había dejado por escrito en sus memorias, publicadas por el Fondo de Cultura Económica (FCE), no obstante recordó que su primer paso político fue el ingreso a un partido, el Revolucionario Institucional, por una verdadera gana de servir.

    -Me estudio las bases de cada partido, y después de empapelarme, digamos, escojo al PRI, porque es el que tiene más consistencia, mejores principios, qué sé yo. Me gusta este partido y ofrezco mis servicios, participando sobre todo en días de elección en casillas. Por ejemplo, como escrutadora, que es una lata, pero con mucho gusto, y me someto a dos tortas en todo el día y a un refresco y a veces terminábamos los escrutadores hasta las dos de la mañana, sin ningún centavo absolutamente de remuneración. Después me ofrezco para secretaria o para presidenta de casilla, para lo que sea, si es que ya me leí todo bien y sé manejar otro lugar en la casilla. Pero siempre ahí. Siempre. Y algún día me llaman y quieren que dé una conferencia, y con mucho gusto doy la charla. Entonces me voy haciendo conocida, internamente, digamos, en el edificio de mi partido.

    Luego presto mi casa. Cuando viene una elección para candidatos de mi partido, organizo algún desayuno. Pasaban por ahí de candidatos a diputados Guadalupe Rivera Marín, Gonzalo Martínez Corbalá, María Lavalle Urbina y Guadalupe Aguirre Soria, postulados para el 22 distrito. Que tamales y atole, más vecinos naturalmente, y les llenaba yo la casa presentando al candidato, y él hacía la visita domiciliaria, que casi siempre son votos amarrados, seguros. Y esto lo hice espontáneamente, sabedora de que esos candidatos del PRI, lo que yo tenía estudiado de sus vidas y de su forma de ser, eran primera de primera. A mí que no me vengan con que hay veces que gana el PRI con todo y malos elementos. No. Cuando menos mi pequeño caso era un voto razonado, era un voto estudiado y era una entrega de mis pequeñas facultades o posibilidades para el casi futuro diputado.

    Griselda Álvarez comentó en seguida que fue así como le siguió trabajando al PRI.

    -Hasta que un día –dijo- Porfirio Muñoz Ledo, priísta, en algún corredor del PRI me detuvo y me dijo: Oye Griselda, y es muy rápido él de inteligencia, habla de prisa, indicó ella, y rápidamente me comentó: Tú ya estás madura para senadora. ¿Cómo? ¿Por qué crees?, le dije. Y él: Por esto y esto y esto, acotó. ¿Le entras? Y le digo: Pero no tengo ni quinto para una campaña. No, no, el partido te ayuda, agregó. Pos le entro, le dije, y entré como candidata a senadora y los colimenses nunca pusieron el amparo de que yo había nacido en Guadalajara. Había un antecedente. Un veracruzano fue senador de Oaxaca.

    -¿De quién se trataba?

    -Este fue un señor ya de edad, Alfredo Ruiseco Avellaneda, que después tuvo la agencia aduanal en Manzanillo, y creo que murió asaltado, lo asesinaron. Ése era mi antecedente –añadió Griselda Álvarez-, y si él había podido ser senador, pues ¿por qué no yo? Él de Veracruz y yo de Jalisco. No hubo problema. Hicimos una campaña muy buena, y a mitad de mi periodo de senadora, habiendo tenido reconocimientos, porque llegué a ser vicepresidenta de la Cámara de Senadores un septiembre, y habiendo ocupado varias comisiones o cargos, como digo, llevando tres años de senadora, fue cuando la prensa, a la que yo le tengo gran estimación, me empezó a pegar en algunas columnas. Eran, sobre todo, dos columnas. Dos periodistas muy afamados, que en paz descansen, fueron quienes me ayudaron muchísimo, porque me hicieron reflexionar: si me pegan, es que tengo la posibilidad; si no, ni en cuenta me toman. Ora sí que como reflejo enfisema, de que, pienso, luego existo; y aquí, me pegan, luego puedo.

    Entonces me vino el pensamiento de que yo podía llegar a ser gobernadora: ellos fueron los que me impulsaron, guiados por alguno que quería ser gobernador. Y a ellos debo la gubernatura, creo yo, en mi… , y al pueblo, en el voto. Como empezaron duro y dale, me hice mi diseño y fui a ver a aquellos personajes que forman voto corporativo. Sí; yo voy a ver a Fidel Velázquez por los obreros que haya en la entidad colimense, y conquisto su voto en forma de simpatía. Algún día, si es requerido por su experiencia con una pregunta, a lo mejor me la da a mi favor. Así que busqué el voto corporativo, y creo que lo obtuve, y se preparó la postulación, la trabajé también con un currículum probado con las copias de los títulos y los diplomas, porque también tenía que verse qué sabía yo, quién era, a qué aspiraba con esos conocimientos, con esa base.

    -¿Cuántos aspirantes recuerda que hubo entonces, que fueran evidentes como tales?

    -Estuvo mi compañero de fórmula, José Antonio Salazar Salazar, licenciado y coronel, Cuauhtémoc Santana, e incluso tuve el alto honor de que también se mencionara a Miguel de la Madrid Hurtado. Digo, eran nombres que soltaban, no porque lo quisieran las personas nombradas, sino que los colimenses los manejaban.

    -Maestra, ahora se habla de que la lucha por los cargos de elección popular ya no se da sólo al interior del PRI, que es cada vez más entre partidos, en ese sentido ¿qué deberían representar para la ciudadanía colimense los aspirantes a la nominación priísta para la gubernatura en estos momentos?

    -Creo que deben tratar de perfeccionarse en sus cualidades, porque, a lo que se observa, se exige ahora mucho más. La gente se ha politizado y hurga, se mete hasta dentro, traspasa las paredes y sabe cómo es la vida de fulano y sabe cómo trata a su mujer y a sus hijos. Exige el… Quiere una representación de mayor rectitud. Entonces, se mete a pedir o a exigir cualidades que, por ejemplo, cuando mi padre fue gobernador, pues ni de chiste. No las exigían. No se metían en la vida privada, y el PRI, como cualquier otro partido, tiene que ser muy cuidadoso al seleccionar a sus candidatos, porque repentinamente se politizó el pueblo.

    No tiene la experiencia, desde luego. Hay personas que las puede usted oír con sus peroratas sobre política. Dicen una cantidad de dislates sin saber nada, pero ellos toman parte, verbalizan, o sea, se antoja que no están pasivos como hace uno o dos sexenios. Ahora exigen, y quizá esto ha sido uno de los resultados positivos de la crisis económica. Hace tiempo era como que no pasara nada, que el paro o la manifestación, y para la ciudad de México es el escaparate diario de la protesta. Eso le marca que el pueblo de México va madurando, le interesa, porque hubo tiempos en que mucha gente no sabía ni cómo se llamaba el señor presidente. Y eso pertenece al pasado.

    Ahora, absolutamente, el pueblo está al pendiente de todo. Si habla, por qué habla, está al pendiente de lo que habla, si no habla, por qué no habla. Como nunca se le da esto completo, entonces éste es un manejo diario en que el pueblo se enreda con puntos políticos.

    -Y en su calidad de distinguida militante priísta y de ex gobernadora, ¿qué quisiera para Colima en los próximos años y, en correspondencia con ello, qué debiera ofrecer el aspirante priísta a la gubernatura?

    -¿Qué quiero? Lo mejor para Colima. Yo los amo a ustedes. Ésa es la palabra, porque Colima es un pueblo noble, abierto al progreso, el primero que le demostró a la República mexicana, y estoy hablando con hechos, que estaba tan bien desarrollado el hombre, tan viril, tan bien constituido, lo digo y lo repito y lo repetiré mientras tenga voz, que no le importaba que fuera hombre o mujer o quimera quien llevara las riendas del estado, con tal de que les diera buen resultado. No fue un pueblo sexista que se cerrara a decir: ¡No, porque es mujer! Y dígame si no le tendré un especial agradecimiento a ese pueblo que aceptó mi género, que todavía hace unos cuantos años era considerado como un sub-sexo… Ah, las mujeres son débiles.

    ¿Cómo va a ser gobernadora una mujer? Por debilidad, simplemente, ¡no!… ¡No! ¡Las mujeres son volubles! ¿Cómo va a manejar los destinos?… ¡No! A la mujer la amedrentamos… El hampa se va a soltar… ¿Y se acuerda, Alfredo, que no se soltó para nada? …Entonces, para este pueblo al que yo quiero tanto, y tratando de redondear la respuesta a su pregunta, para este pueblo yo quisiera que se pudieran medir así, en centímetros cúbicos las cualidades de A, B, C, E. Usted me señala que hay seis aspirantes de los que se habla. Y quiero de esos seis el mejor, el mejor. Que ustedes se fijen mucho al votar en el currículum, cómo ha sido de progresista, de trabajador, de abierto, de prospectivo, de creativo, de político; en fin, todas las cualidades que necesita un gobernante, y luego, ya, que voten. Eso es lo que quiero para Colima como parte de un partido que sigue siendo el más fuerte, dígase lo que se diga.

     
    -¿Cómo fue su proceso de sucesión, a efecto de entregar el poder constitucional del estado?

    -¿Cómo fue mi sucesión? No sé cómo sea en otros estados de la República, pero en mi caso y por mi determinación, yo no introduje ninguna opinión, ninguna circunstancia, que podía yo haber, pues, introducido para inclinar la balanza a A o B o C, esto es, a alguno de los tres principales precandidatos en ese momento.

    -¿Ni siquiera con el derecho de veto del que tanto se especula?
    -Ni siquiera con el derecho de veto del que se dice que el saliente tiene la posibilidad de emitir su opinión: no de escoger, pero sí de vetar. No, absolutamente. Ahí cumplí democráticamente con lo que el pueblo iba a hacer o con quienes dirigieran políticamente en ese momento al pueblo.

    -Y ya, al paso de los años, ¿cómo considera que fue su administración?

    -Al paso de estos años siento, me califico y hago un canto triunfal –remarca-. Qué pena, qué tremenda inmodestia decir que fui una buena gobernante. Y le doy un dato. Entré al gobierno del estado de Colima cuando había un gran vacío de poder. Cuando una universidad, representada quizá por siete mil familias, quizá había siete mil estudiantes, estaba en lucha con el que en ese momento manejaba como gobernador la entidad. Se habían peleado, ésa es la palabra, por escrito, en los periódicos, y se habían faltado el respeto horriblemente. Doy fe y testimonio de algunas faltas mayores: entrando al Teatro Hidalgo en alguna ceremonia en que le coreaban un insulto al señor gobernador de entonces. Y ese gran vacío de poder se fue llenando. Y tengo el orgullo de afirmar que dejé la entidad, como les consta, en paz, pero para mucho tiempo.

    -A usted incluso se le acusó en cierta ocasión de haber regalado una casa en Manzanillo al director de Diario de Colima, Héctor Sánchez de la Madrid, y tuvo que aclararse esto en su momento, ¿no es así?

    -Fíjese nomás. Fíjese nomás –comentó, y remarcó: -No. Inventan. Inventan.

    En la edición del jueves 17 de julio de 1986, Diario de Colima publicó las declaraciones de la maestra Griselda Álvarez, en el sentido de que exigiría las autoridades competentes aclarar ese infundio de que fue objeto por parte de Fernando Moreno Peña, funcionario de la Universidad de Colima. Y señaló: “Durante los seis años de mi gobierno o de mi coordinación de esfuerzos en Colima, jamás –y quiero ser enfática-, jamás corrompí a la prensa. Nunca pasaron a manos extrañas dinero o agradecimientos en efectivo o en regalo para torcer o supuestamente enderezar la opinión periodística. Jamás”.

    Por eso, enfatizó al respecto la ex gobernadora:
    -Pero yo siento, ya le digo, en una introspección, un análisis de mi conciencia, que creo haber dado en mi periodo gubernamental el kilo a mil gramos.

    -¿Y cuál cree que será en esta ocasión el procedimiento para la nominación del candidato del PRI a la gubernatura del estado –se le pregunta finalmente-, ¿proceso de selección interna priísta al estilo de 1991 o mediante un candidato de unidad?

    -No, no. Selección interna, no lo creo, no lo creo. Pienso que las cosas se van a dar más o menos como han sido. Sí. Los cambios no son repentinos, no pueden ser repentinos, no salen buen cuando son repentinos. No. Ahí nos vamos. El mismo modo de matar pulgas –concluyó con ironía, y a risa batiente.