EXPERTOS EN LAS CÁMARAS

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En estos tiempos, hay debates sobre cualquier cosa pero son más interesantes los que surgen al calor de las actividades políticas porque repercuten en un interés superior para la población, natural éste porque devienen en la integración de cuerpos colegiados- las cámaras – donde se procesan decisiones trascendentes para México. Hasta tendremos, fíjese usted, una encuesta – consulta — para determinar la continuidad de la construcción del AICM.

Una de las últimas cuestiones surgió a raíz de la integración de la Cámara de Diputados que comenzó funciones, pues   entre los 500 legisladores nuevos donde  hay periodistas, médicos, abogados, profesores, artistas y de otras profesiones, descuella un 46 por ciento que no posee cédula profesional que lo certifique para desempeñarse en las distintas áreas que integran la Legislatura.

Aunque la Constitución no exige requisito de escolaridad para ocupar una curul, la preparación académica resulta relevante para las labores legislativas. Ahí se procesan infinidad de temas que exigen a los participantes el dominio de conocimientos técnicos y métodos inherentes a la multiplicidad de funciones que se realizan. No se puede ir a ese lugar a aprender o a descansar o a dormir en los cómodos sillones de los recintos.

Un rasgo distintivo es que esa Legislatura cuenta con más mujeres, pues hay 241 por los principios de mayoría relativa y representación proporcional, 119 de ellas con cédula profesional. Buenas noticias estas.

Es bueno para el país tener a representantes populares capaces de desarrollar las tareas que realiza un congreso, sean hombres o mujeres. No es fácil entender y menos tomar decisiones en torno a temas tan disímbolos como difíciles de procesar y por ello no basta con solo “echarle ganas” o” tener vocación de servir”, que en realidad es cardinal pero no suficiente.

Habrá quienes piensen que no es necesario tener títulos de licenciatura, maestría o doctorado pero me parece que tenerlos ayuda bastante para lo que es el trabajo de las Cámaras, sin que eso quiera decir que a mayor capacidad académica menor posibilidad de que se cometan actos incorrectos o ilegales. Y si a quienes poseen tales credenciales se les dificulta a veces trabajar con resultados positivos, imagino que a quienes carecen de ellas se les complica más ofrecerles a sus representados un resumen glorioso de sus actividades.

Ciertamente, quienes ocupan un cargo representativo y han estudiado en universidades públicas o privadas del país o del extranjero, no garantizan que su desempeño sea mejor.  Conozco a personas que    usan sus conocimientos para enriquecerse a su paso por cargos públicos en forma escandalosa presentando por delante su “sabiduría”, sus doctorados a veces balines o maestrías, adquiridas en instituciones mexicanas o extranjeras solo para apantallar. No exagero si digo que hay entre esas “luminarias” gente sin pizca de educación que no son buenos ni para responder un oficio de los ciudadanos; son un verdadero fiasco para las sociedades. El alto saber no garantiza honestidad ni congruencia.

Nuestra realidad está en movimiento constante y es difícil conocer con precisión sus aristas. Por ello, cuando recientemente ha empezado una etapa nueva en la vida de México, es fundamental hacer un examen de conciencia que nos lleve a tener claridad sobre los desafíos del presente, pero principalmente la decisión de participar más en la vida pública.

Los partidos y sus más altos representantes no deben perder piso solo porque se batió en las urnas al gigante Pri o al combativo Pan. Merecieron éstos su derrota, sin duda. Hay que ser humildes en la victoria y no seguir el ejemplo de quienes ven, desde su triunfo, a sus rivales, como seres inferiores. Como se dice por ahí: no hay victorias prolongadas, ni derrotas para siempre.