Entre monopolios te veas…

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Mauricio Castillo

El domingo pasado me fui con mi familia al cine como cualquier fin de semana común. Me tocó ver una película con Johnny Depp como protagonista, donde el tema principal, historia de ciencia ficción por supuesto, es que se logra meter la mente de un gran científico a una computadora para que siga viviendo virtualmente. La película es medianamente interesante, pero lo que propone lo es mucho más y por mucho. En el principio del filme nos presentan un mundo sin comunicaciones, o al menos sin las que contamos el día de hoy, como Internet y hasta la comunicación telefónica con celulares. Imagine usted ahora y en este mismo instante que nuestras comunicaciones se vieran interrumpidas y nos quedáramos no sólo sin comunicación celular, sino sin Internet o cualquier otra señal satelital. El caos sería evidente. Simplemente no podríamos vivir como lo hemos hecho los últimos 50 años. Los mercados bursátiles se caerían sin remedio alguno. No podríamos ir siquiera al Super a comprar lo necesario para sobrevivir un par de semanas, ni siquiera a la Comer, donde todo aparentemente es regalado.

En recientes fechas el congreso en su totalidad está por autorizar que usted, yo y todos aquellos los celulares la telefonía tradicional, no se nos cobre el costo, primero de todas las llamadas de larga distancia a cualquier lugar de la República Mexicana, y segundo, que cualquier llamada interrumpida por cualquier razón, no se cobre como si fuera de un minuto total, aunque haya sido de tan sólo algunos segundos. Todo eso está muy bien. El ahorro según los especialistas sería de más de 22 mil millones de pesos al año.

Todo eso nos ahorraríamos los usuarios, es decir, usted y yo. ¡Qué maravilla! ¡Es un chingo de dinero que es suyo y mío!… pero ojo. Sólo lo ahorraríamos. Nadie nos dijo que nos lo devolverían. Si ese dinero nos lo dieran en efectivo a todos los mexicanos, sin contar incluso los que no tienen acceso a los servicios de telefonía celular, nos tocaría, contando 120 millones de mexicanos, a 183 mil pesos por cada uno de nosotros, que repartidos en un año serían algo así como 8, 350 pesos al mes. Nada mal.

El problema es que ese dinero no existe todavía. Simplemente lo dejaríamos de gastar y sólo los que somos económicamente activos. Pero es nuestro y sigue en nuestros bolsillos, ¿sabía usted acaso que cada uno de nosotros gastamos casi el triple sólo por el uso de Internet en nuestros celulares? Y ahora le pregunto con toda la ignorancia y la humildad posible, ¿Usted cree que no hay una o varias empresas interesadas en que nos gastemos esos 22 mil millones de pesos de ahorros que nos van a sobrar, en sus empresas? ¿O usted cree que no lo vamos a gastar y todos lo meteremos al banco a una cuenta de inversiones? Yo francamente creo que no será así. Ahora le toca el turno a usted de adivinar cuales son las empresas interesadas en que nos gastemos toda esa increíble cantidad de dinero en ellos.

Finalmente la decisión es nuestra, suya y mía. Nosotros mejor que nadie sabremos qué hacer con nuestros ahorros… ¿o no? Pero por favor, que nadie nos quite la telefonía celular, ni el Internet, ni la televisión, porque entonces sí estaríamos perdidos. Les mando un saludo a través de estas páginas de papel o de cualquier dispositivo electrónico donde me lean.