“El Pollo”, décadas a favor de la salud de los colimenses

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Boticario práctico que heredó el oficio de su padre, Don J. Jesús Macedo López; Farmacia Del Refugio cumple 73 años de servicio
Carlos García Lemus|COLIMANOTICIAS
Con trato amable, mucha paciencia y, sobre todo, un diagnóstico acertado, José Jesús Macedo Alcaraz, atiende desde hace años a miles de colimenses que acuden a la farmacia Del Refugio, que tiene ya 73 años de servicio.
José de Jesús Macedo, mejor conocido como “El Pollo”, señala en entrevista con ESCO que el apodo le viene de herencia, pues “El Pollo” era su padre, Don J. Jesús Macedo López. “A mí también me conocen así, se nos quedó la línea”.
En la droguería que por más de siete décadas ha surtido de recetas y remedios a varias generaciones de colimenses, “El Pollo” hizo un espacio para contarnos un poco de la historia de este tradicional sitio del centro de Colima.
BOTICARIOS PRÁCTICOS
Mencionó que Farmacia Del Refugio tiene 73 años de establecida por su padre, quien falleció hace 18 años y dejó un legado para aprender.
“Yo nací enfrente, en el año de 1945, mi padre ya tenía establecido su negocio. Yo no soy doctor ni químico, soy contador, pero él me decía: pégateme en el mostrador, yo te voy a enseñar a hacer fórmulas, y yo soy un boticario práctico, como él lo fue”, comentó.
Narró que su padre, Don J. Jesús Macedo López, a la edad de 12 años empezó a trabajar con el papá del doctor José Quevedo Morril, quien tenía una farmacia que se llamaba San José y estaba en el Portal.
“Tengo una carta de recomendación de 1935, donde Don José recomienda a mi papá como farmacéutico práctico. Él le enseñó mucho, mi papá estuvo trabajando con Don Juan Cárdenas Gutiérrez, en la sangre de Cristo y luego se independizó”.
“Mi padre era muy querido por médicos como Miguel de la Madrid Béjar, quien era el director del Hospital Civil que está por la calle 27 de septiembre, donde actualmente es el Iuba, ahí era un hospital viejo”.
“A mi papá lo invitaban a poner sueros, a hacer curaciones y era muy querido por los médicos, bueno, por algunos, porque hubo otros que lo veían como competencia, pues decían: ´cómo es posible que un boticario tenga más clientela que un médico’”.
SERVICIO PERSONALIZADO
Muchos de los clientes que llegan a Farmacia El Refugio, declinan ser atendidos por algunas de las personas que amablemente las reciben, pues esperan que sea “El Pollo” quien conozca sus dolencias o malestares para que les recete la medicina indicada, algo que no molesta a Don Jesús, quien por el contrario, siempre muestra gentileza hacia las personas y no se limita simplemente a entregar la medicina, sino que se da tiempo para platicar con los enfermos, hacerles algunas recomendaciones e indicarles la dosis exacta que deben consumir del medicamento para aliviarse.
Aclara que el hecho de ser un boticario práctico, no lo exime de cumplir con los requerimientos que marcan las autoridades sanitarias.
Sobre el tiempo que tiene como responsable de la farmacia, explicó que él llegó en 1960 y desde entonces no se ha separado.
“Imagínese. Abríamos a las siete de la mañana, cerrábamos a las 11 de la noche, diario, aquí no había Jueves Santos, Viernes Santos ni Sábados Santos, tampoco Navidades”.
Ya para fallecer mi padre- continúa El Pollo- me dijo “no me muevas los pomos, déjalos donde están. No me vendas rebanadas de pastel ni escobas. Quiero que esto siga siendo una botica vieja”. Y así la mantenemos.
NO SE LE HA MUERTO NINGUNO
Al pedirle que narrara alguna anécdota después de tantos años de recetar, “El Pollo” se limitó a recordar lo siguiente: “Hay un conocido comerciante que se llama Karim Assam, usted ya lo conoce. Un día de broma me dice ‘Pollo, cuántos se te han muerto’. Le respondí: ‘hasta ahorita ninguno Karim’”.
“La gente viene mucho por aceites, por fórmulas, por medicamentos antiguos que ya muchos no los manejan. Ahorita quedamos como los antiguos, con mis respetos, el señor Gabriel Morales que tiene la farmacia que está enfrente del Jardín Torres Quintero. Él y yo somos los últimos”.
En cuanto a esos medicamentos antiguos mencionó los polvos de Calomel, aceite de Mil flores que sirven para dolores musculares, para hacer unciones, “o sea, este es un legajo de historia”, apuntó.
PRESERVAR LA TRADICIÓN.
Don Jesús precisa que él tiene tres hijos, de los cuales dos están con él y el otro radica en Guadalajara. “Yo les dije ¿saben qué?, hay que seguir lo que nos dejó su abuelo”.
Afirmó que para él es muy reconfortante el poder ofrecer un servicio a los colimenses y ayudarlos a recuperar su salud. “Pero sabe, hay gente mala. Abrió Farmacias Guadalajara, aquí a la vuelta y venían y me decían: ‘cuándo vas a cerrar, porque vas a tronar’.
-“Yo te avisó”, les respondía y he aguantado aquí algo.
TODO ES POR EL EJEMPLO DE SU PADRE
“El Pollo” valora los consejos de su padre que le decía: nunca cobres caro, procura comprar calidad y no engañar a la gente.
Asegura que el trato amable para los pacientes, es también herencia de su progenitor. “Así era mi padre. Venían del Barrio de El Manrique, del Barrio de La Campana, le llegaban aquí a tocar y se iba en bicicleta en la madrugada a inyectar. Que un piquete de alacrán, alguna cosa y nunca les cobraba nada.
“Son cosas que se nos quedan. Mis respetos para las autoridades y los médicos, pero mi padre tenía esa vocación de ayudar a quienes lo requerían”, concluyó “El Pollo”.