El domingo pasado crucé por allí y pude observar, y constatar gráficamente, el derribo ya hecho de cuando menos unos 40 de esos añosos árboles, y la presencia de un par de poderosas máquinas, esa mañana apagadas, pero que tal vez durante esta misma semana continuarán con la ingrata labora de desarraigar algunos otros de los pocos árboles que aún quedaban en pie el domingo.
Ecocidio Salvaje
La muerte de esos fieles amigos del hombre y la naturaleza no debe pasar desapercibida para la ciudadanía, ni nosotros debemos ser indiferentes a un daño ecológico como el que ahí se está realizando. Pero lo más triste sería que si ya nadie puede salvar los que arrancaron de cuajo o raíz, no hubiese autoridad alguna que impidiera que se sigan matando a otros de esos gigantes y se detenga este salvaje ecocidio.