Donald Trump autoriza oleoductos vetados por Obama

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*Podrían tener un enorme impacto en el futuro energético del país, al igual que posibles y catastróficos efectos sobre el medioambiente.

COLIMANOTICIAS

Estados Unidos.- Tal como lo había anticipado, el presidente Donald Trump  continuó usando el peso de su bolígrafo para hacer cumplir promesas de campaña y destruir, de paso, el legado de Barack Obama.

En esta ocasión, Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas con las que dio luz verde a la construcción de dos megaoleoductos que podrían tener un enorme impacto en el futuro energético del país, al igual que posibles y catastróficos efectos, según algunos, sobre el medioambiente.

Se trata del Keystone XL y el Dakota Access Line, ambos oleoductos bloqueados por la administración Obama y que han generado enorme oposición de grupos ambientalistas e indígenas en el país.

El Keystone XL añade un tramo de 1.900 kilómetros que arranca en Alberta (Canadá) y va hasta Oklahoma, donde el crudo sería redirigido a través de oleoductos ya existentes a las refinerías que tiene EE. UU. en el Golfo de México.

De acuerdo con Trump, añadiría unos 28.000 empleos a la fuerza laboral del país y generaría miles de millones de dólares adicionales a través del cobro de impuestos y licencias.

El proyecto, que adelanta la firma Transcanadá, fue obstaculizado en el 2015 cuando el presidente Obama firmó una orden ejecutiva que impedía su construcción, luego de años de negociaciones.

Aunque el oleoducto en sí no representa un riesgo irracional para el medioambiente (en EE.UU. ya existen cientos de ellos), se convirtió más en un símbolo del gobierno Obama en la lucha contra el calentamiento global y la búsqueda de recursos alternativos para reemplazar la dependencia del petróleo. El nuevo presidente sostuvo, no obstante, que renegociará los términos con Transcanadá para obtener un acuerdo con más beneficios.

El caso del Dakota Access Line es más sensible. Se trata de una gigantesca obra de ingeniería que costará unos 3.700 millones de dólares y que explotaría las vastas reservas de crudo descubiertas en la frontera entre Montana y Dakota del Norte con Canadá.

El oleoducto atravesaría cuatro estados y terminaría en Illinois, desde donde el crudo sería despachado a los mercados y refinerías en la costa este, el Golfo de México y el centro del país. De acuerdo con las autoridades, en esa zona existirían unos 7.400 millones de barriles que pondrían punto final a la dependencia externa de petróleo que aún existe en EE. UU.

El problema en este caso es que la ruta prevista para el oleoducto pasa muy cerca de las reservas de una tribu siux según la cual la construcción destruiría cementerios y otros sitios sagrados. El año pasado, la tribu recibió el apoyo de cientos de manifestantes, entre ellos actores y cantantes de renombre, que provocaron violentas protestas. El proyecto está demandado en este momento. Obama, a su vez, negó una licencia necesaria para iniciar la obra.

Trump, al levantar las restricciones que existían para ambos proyectos, estipuló que las obras tendrían que usar materiales ciento por ciento estadounidenses. Muy en línea con su promesa de colocar a “EE. UU. Primero” y con un ojo puesto en la generación de empleo doméstico.

La medida, por supuesto, generó rechazó frontal de grupos ambientalistas en el país que prometieron interponerse a los deseos del presidente. “Lleva cuatro días en la Casa Blanca y ya está demostrando que es un peligro para el medioambiente”, sostuvo Michael Brune, del Sierra Club.

Independientemente de dónde se esté en este debate, el presidente ha comenzado a dejar claro que en su visión energética no hay campo para las múltiples restricciones que se elevaron durante los ocho años de Obama y les apuntaron a controles en las emisiones y en la explotación de zonas sensibles.

Pese a ello, Trump se declaró un “ambientalista de corazón”, pero justificó las medidas al advertir que las regulaciones en este campo estaban fuera de control.

Fuente: http://www.eltiempo.com/