Día después

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Luis García

Vengo en el avión de regreso a Río de Janeiro con las pulsaciones ligeramente más serenas, muy cansado por la frenética jornada del domingo en Fortaleza, con insomnio y rumiando agridulces sensaciones por la derrota de México e intentado explicarme la grosera caída. Las grandes historias se gestan, no se merecen, no se dan solas, todavía no conozco ninguna gran obra, libro o leyenda que no tenga conclusión.

El equipo mexicano volvió a escribir lindas páginas pero se olvidó de ponerle fin al tratado que estaba escribiendo, México no perdió por el árbitro, México perdió porque los últimos 20 minutos dejó de jugar, se olvidó de la pelota, y la pelota no se lo perdonó. Responsabilizar al de enfrente es un burdo y pueril escape, poner pretextos por sucumbir enturbia el obligado análisis. Que controlaron a Holanda, de eso no existe duda; que durante el primer tiempo tuvieron posesión y buen volumen de juego, cierto, que aprovecharon bien y con cacumen la lesión de De Jong, verdad; que iniciaron el segundo tiempo sabedores que pugnar por la iniciativa y seguir ofendiendo era la clave, cierto también, pero cuando vino el vendaval y la natural rebelión de los holandeses, equivocaron el camino.

Hasta ese puntual momento, los mexicanos en la Copa del Mundo nunca se habían visto inmersos en una crisis, pues bien, se asfixiaron en la misma, tanto afuera como adentro de la cancha, la lectura de cómo atravesar el pantano no fue la correcta, ni tampoco la toma de decisiones para menguar la tormenta.

Los ingresos de ustedes, Javier Aquino y Javier Hernández, por sus naturales características, son tipos eléctricos, vertiginosos y verticales, orillaba a liquidar el duelo y no a seguir jugando, esto aunado al cansancio de ustedes, Héctor Herrera y Andrés Guardado resultó letal, el momento del partido ameritaba que México tuviera largas posesiones para medianamente controlar la revuelta naranja, pero en lugar de ello, se aventuraron en proponer un partido de matar o morir y terminaron siendo liquidados.

En el momento crucial, México perdió control, perdió el rumbo, se confundió y empezó a defender cerca de su portero, que al final fue figura, inclusive siendo derrotados.

Del otro lado la estrategia, fue acertada, vulgar si se quiere, pero eficaz, tú Louis Van Gaal no te volviste loco, sacaste a una de tus figuras, a Robin Van Persie, que no es poca cosa, y le diste entrada a Huntelaar, jamás pensaste en romper tu esquema, ni en quebrar lanzas, ni en hacer algo épico, quedaba mucho tiempo, si bien los holandeses abusaron de los pelotazos largos, insisto, corriente forma de atacar, pero al ver que su oponente reculaba desordenado, resultó la vía correcta. Esto y las gloriosas corretizas tuyas Arjen Robben; diste un sublime juego, eres un futbolista extraordinario, de otro planeta, y vaya paradoja, declaraste que te tiraste un clavado en donde penosamente se fracturó Héctor Moreno, jugada en la que te meten dos brutales patadas, una tú, Márquez, y la otra tú, Héctor, y en donde no se marcó un clamoroso penal en contra de México, pero esta jugada no se debate, solamente en la que nos sentimos agraviados cuando Proença el portugués sentencia la última jugada del partido. No puedo ni quiero montarme a los lastimosos insultos que se te han proferido Arjen Robben, prefiero quedarme con tu excelsa exhibición, así como tu liderazgo para haber arrastrado a los tuyos a la voltereta.

Holanda posee una calidad de mitad para adelante del campo que México no tiene, eso tampoco se puede obviar. Cuando se da una eliminación de un Mundial, no soy partidario de los extremos, no soy de los creyentes en blanco o negro, no comparto que exista solamente una causa del tropiezo. Existieron cosas muy agradables, rescatables e incluso maravillosas de este grupo de valerosos futbolistas nacionales que desafiaron la historia, aunque dolorosamente se replicó.

El hecho de condicionar y prostituir el estilo de un coloso como Holanda durante una parte del juego fue una de ellas, pero también evidenciaron miserias que les impidieron seguir soñando y los dejaron en la misma orilla que solemos visitar hace 20 años.

Reitero que no es una lectura sencilla lo sucedido, se llegó a Brasil después de macabros momentos, de arrastrar el prestigio, de cercenar procesos y aún así estuvieron a minutos de hacer olvidar el tétrico pasado. No se encontrarán distintos resultados si seguimos montados en el mismo vehículo y recorremos la misma carretera, estamos obligados todos, y repito, todos, a cambiar de vehículo y de ruta sin pena de seguir atorados. Lo vivido en Fortaleza no fue una tragedia, tragedia la fractura de Héctor Moreno, la eliminación en Octavos de Final es una costumbre, desagradable, pero costumbre al fin. No abracemos el barato recurso de señalar culpables en la casa del vecino, hagámonos responsables de nuestras falencias, estoy cierto que ese es el primer paso para algún día solventarlas.