CULTURALIA

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¿300 AÑOS? ENTRE EL MITO Y… EL SEÑOR DE LA EXPIRACIÓN

 Por: Noé Guerra Pimentel

LA NOTA. Fue el martes 27 de diciembre cuando en rueda de prensa ofrecida en un restaurante ubicado al norte de la ciudad capital, el rector del templo del “Señor de la Expiración”, ubicado en Lo de Villa, Alejo Macías Mejía, hizo esta declaración: “…La historia de fe y tradición data del año de 1717, la devoción inicia debido a una grave sequía en la región que puso en peligro la vida de sus cosechas, los pobladores de la localidad hicieron un novenario para pedirle que los protegiera y los bendijera con el agua y, según los datos que se tienen, el novenario concluyó en un martes, ese mismo día cayó una copiosa lluvia que hizo crecer el río y que hasta la fecha nunca se ha secado (https://www.youtube.com/watch?v=Orjf4iR8Cpk)”. Misma que sin atisbo de obligada duda y contradiciendo su esencia y compromiso con la verdad destacaron todos los medios locales, impresos y electrónicos, quizá apegados a aquello de que “la fe es ciega” y “si así lo dijo el sacerdote, así debe ser”. 

EL REPORTAJE. Pero no todo quedó ahí, hubo algunos que hasta reportaje especial le dedicaron (http://www.diariodecolima.com/nota/2017-01-01-300-anos-de-devocion-al-senor-de-la-expiracion) en el que entre otras rescatan una versión: “El santuario tiene su origen en 1717, pero no existe la certeza sobre el origen de la imagen, pues hay, por lo menos, dos historias (sic) que tienen que ver con las familias Villa y Diana o Biana, que fueron las primeras que habitaron la localidad de Lo de villa…”. El otro publicado en una revista:https://revistaenfoques.com/una-tradicion-viva-300-anos-del-senor-de-la-expiracion/, este, con confusiones temporales inadmisibles, como la de unir y confundir la sequía de 1810 con la fiebre de amarilla de 1883, por cierto muy distantes del año del presunto hecho que se alude (1717), pero ambos reportajes con una consecución similar a la que como leyenda popular se conoce en Monterrey, donde casualmente se ubica desde 1774, no como “historias”, incluso, allá retomada y publicada como leyenda en un libro de la autoría de Israel Cavazos Garza en: “El Señor de la Expiración”, libro publicado en 1973.   

LA LEYENDA (de Guadalupe, Nuevo León) -que sucinto transcribo con algunos ajustes-… “Sucedió una mañana, cuando se percibían las primeras luces del alba. Los indios despertaron sobresaltados y corrieron presurosos a la Capilla, porque oyeron tañer la campana. Su sobresalto fue mayor, al darse cuenta que no era el Sacristán quien la sonaba, sino un asno que movía el cuello y jalaba la cuerda con el hocico. Pesada carga traía en sus lomos la bestia. –Algún mercader la habrá extraviado- se dijeron, pero en vano buscaron; ni siquiera huella de alguna recua en el sendero. Aunque con temor, libraron del peso al borrico; y cuando pusieron en el suelo el cajón de toscas y mal clavadas tablas, notaron que su contenido era una imagen del Señor crucificado y en tamaño natural. Postrándose de hinojos, lloraban unos, conmovidos por la expresión, otros se santiguaban. Introdujeron al Cristo en la Capilla, sustituyendo con él la cruz de madera que destacaba en el fondo, y que había sido venerada como titular de la hacienda primitiva. Tanto fue el júbilo que nadie se acordó del jumento. Lo buscaron por matorrales y sembradíos; todo inútil, no lo encontraron; sin embargo se cuenta que lo encontraron muerto cerca de la puerta norte de la Capilla y que ahí lo sepultaron. Desde entonces se venera esta imagen en lo que es la Parroquia y Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe https://cecyp91.wordpress.com/2008/07/17/el-senor-de-la-expiracion/”.

¿Y LO DE VILLA? Para tratar de aclararlo vayamos a los hechos documentados del contexto colimote de hace 300 años, época en la que la Provincia y Villa de Colima dependía (27 de abril de 1575), junto con la de Ávalos (suroeste del actual Estado de Jalisco) y Zacatula (noroeste del ahora Estado de Guerrero), de la Audiencia de la Nueva Galicia como Tribunal de Apelación y más tarde, de 1786 a 1789-1796, cuya región, la de Colima, comprendía solo cuatro curatos y pueblos: Colima, Almoloyan, Ixtlahuacán y Caxitlán, así como los pueblos de Cochimatlan, Comala, Cuetlan, Guezalapa, xilotlan Xulua, Tecoman, Tomala, Totolmaloyan, Zaqualpa y Zinacatepéc, como parte  de la jurisdicción del Partido de la Intendencia de Valladolid del Virreinato de la Nueva España, como coincidentemente lo reconocen en sus respectivas descripciones geográficas y estadísticas: Juan Montelongo en 1744, José Miguel Pérez Ponce de León en 1777, Antonio Alcedo en 1786 y Diego de Lazaga, este último publicado el 2 de enero de 1793. ¿Y lo de Villa?

 ¿Y LOS 300 AÑOS DE VENERACIÓN LOCAL AL SEÑOR DE LA EXPIRACIÓN? Tiempo aquel de esclavos y de piratas como de fenómenos naturales que sin duda impactaron a la región en aquella época, hay registro de terremotos en 1690, 1749, 1771 y 1790, una copiosa lluvia en 1788, la sequía y plaga de gusanos de 1810 que azoló la zona costera; un huracán en 1812, más temblores a lo largo de 1816 y en 1818, fatídicos por cierto; un ciclón que impactó en el ya Manzanillo y la zona del actual Minatitlán en 1881; la fiebre amarilla de 1883-1884; y un huracán en 1890. Ninguna sequía ni lluvia torrencial en el siglo XVIII y nada de todo eso en todo 1717. ¿Entonces?

 RECADITO. Cabe apuntar que con lo anterior no pretendo ofender y lo he escrito anteponiendo mi respeto a la libertad y el derecho que todos tenemos de creer en lo que se quiera, solo buscando que no se confunda la fantasía, el mito o la leyenda popular con la historia documentada.