CULTURALIA

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LA NAVIDAD EN MÉXICO 

Por: Noé Guerra

A la mayoría de los mexicanos desde niños se nos inculca la celebración de la navidad, esto que en su momento y conforme pasa el tiempo y con relación a nuestras posibilidades vamos interpretando como la fecha de los regalos, la cena, los adornos en la calle o en nuestras casas, vacaciones, la llegada a casa de parientes, abrazos, buenos deseos, fiesta, piñatas y todo eso que se significa en estas fechas y así crecemos pensando que es la fiesta del mundo hasta que descubrimos otras realidades, encontramos que hay otras creencias también muy respetables, y que muchos ni idea tienen de esta celebración que en nuestra cultura y tradición judeocristiana se impone como resultado de un proceso social  milenario y de profundo mestizaje en el que cada generación le ha aportado lo suyo hasta llegar al preciso momento en el que nos encontramos.

De esta manera encontramos que la tradición navideña en lo que es hoy gran parte de México, nuestro país, tiene características distintas entre sí, dependiendo de la región aunque prevalece un común denominador que la identifica, diferencia que se marca más con las de otras naciones, esto, en mucho, dado el valor agregado de las culturas nativas que se fusionaron con la tradición europea de hace medio milenio hasta amalgamar acá una expresión eminentemente propia y original, así las posadas y las pastorelas, son solo un referente de estas tradiciones que han pasado de generación en generación en nuestro país. No obstante poca gente conoce el proceso histórico que ha permitido esta realidad que hoy nos identifica de forma tan peculiar y como característica del ser mexicano, dicho sea sin pretender ser concluyente.

Como sabemos o se puede colegir, navidad, es una palabra derivada del latín nativitas o nacimiento, que a la vez es una de las principales celebraciones cristianas o católicas y que establece el nacimiento de Jesús. Al respecto cabe apuntar que hasta hoy, nadie ha podido comprobar ni cuándo ni dónde nació Jesús el Cristo, pero se piensa que fue en la llamada Edad Media, entre el siglo V y el siglo XV, o sea del 476 al 1492 de nuestra Era, precisamente entre la caída del Imperio Romano y el llamado descubrimiento de lo que años después se reconocería como América, puesto que en dicho periodo, según trasciende, fue cuando los cada vez más empoderados primeros líderes de la Iglesia cristiana, inspirados en los escritos de Mateo y Lucas, fijaron una fecha aproximada (y conveniente), principalmente para que los fieles católicos se alejaran del paganismo vinculado al solsticio de invierno o las saturnalias romanas.

Existen diversas versiones que afirman que la primera navidad celebrada en el nuevo continente tuvo lugar el 25 de diciembre de 1492. La celebración se realizó en el hasta entonces confín indio de la “Hispaniola”, como llamó Colón a la ínsula de los actuales Haití y República Dominicana, poco después de que los europeos descubrieran que existía América. De acuerdo a lo anterior, Cristóbal Colón realizaba un reconocimiento costero cuando una de sus naves, la “Santa María”, estuvo en riesgo de zozobrar. Fue gracias a los nativos que no solo salvó la carga sino también a la tripulación y con la madera de la carabela optó por construir un fortín en el que se quedó un grupo de 39 de sus hombres, según Virigina Nylander en: “Aguinaldos, costumbres navideñas, música y comida de los países de habla hispana en América”. Dicho fuerte se terminó de construir precisamente el 25 de diciembre, por lo que en consecuencia Colón lo llamó “el Fuerte de la Navidad”, lo que coronó con la celebración propia de ese día, la primera en el nuevo mundo.

En lo que ahora es México, hay referencias que señalan que la primera navidad propiamente de esta región se registró en 1526, cuando el misionero franciscano, Pedro de Gante escribió al Rey Carlos V sobre esta celebración con los naturales del territorio de la posterior Nueva España, es así que cuando los primeros misioneros llegaron, en su labor evangelizadora buscaron puntos de contacto que les facilitaran la tarea, de tal manera que los usos ancestrales los fueron adaptando hasta convertirlos junto con las creencias ancestrales de los nativos. Por ejemplo, los mexicas o nahuas que ya en la temporada invernal celebraban rituales a Huitzilopochtli, hicieron coincidir a estos con la navidad, cuando como parte de la fiesta los Tenochcas fraternizaban con sus vecinos en honor a la guerra con el tzóatl, o “alegría” -dulce de amaranto mezclado con miel-, y así fue como paulatinamente vinieron mezclando las tradiciones cristianas con las festividades aborígenes hasta lograr la plena fusión y su cometido.

Pedro de Gante como otros religiosos evangelizadores, tras aprender y asimilar el náhuatl y otras lenguas, conocer las costumbres indígenas, le escribió al rey describiéndole cómo introdujo la Navidad en su práctica. Así, detalla cómo poco a poco fue transformando los ritos indígenas en cultos cristianos. Entre lo narrado, cuenta que mantuvo la música de los cantos nativos, pero cambiándoles la letra; además de que a las tilmas o ayates de los naturales les pintó temas de navidad e incorporó a los más pequeños, a los que disfrazó de ángeles y pastorcitos para el canto coral de villancicos europeos. Así, la piñata, el nacimiento, las posadas, los reyes magos, las pastorelas, la cena y los villancicos son algunos de los usos que surgieron en el virreinato y que aunque vienen de la tradición cristiana, adoptaron rasgos nativos. Elementos que, como todo, con el tiempo también han evolucionado hasta nuestros días. ¡Feliz Navidad!