¿Cualquiera puede ser maestro?

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Mi genética es docente, mi padre maestro normalista de educación Primaria y Superior, mi madre conoció los alcances de la educación rural e indígena, en los tiempos donde el maestro era líder comunitario, pero también en los tiempos en que la educación era un verdadero apostolado. Cuando el proyecto de la Escuela Rural de José Vasconcelos, por mucho el mejor Secretario de Educación que ha tenido nuestro país, inicio con varios proyectos: la escuela misionera, la escuela rural y años posteriores, la educación indígena, que buscaban la equidad educativa para quienes querían acceder a la educación básica y posteriormente a la educación secundaria; muchos de ahí continuaban con los estudios normalistas y sólo los médicos, abogados, contadores, ingenieros, entre otros, continuaban con la educación preparatoria y de ahí la licenciatura.  Los que no tenían posibilidad de continuar con sus estudios, al concluir la primaria ingresaban a la escuela de artes y oficios; instrucción que los capacitaba para desempeñar un trabajo o función.

José Vasconcelos en su filosofía como educador propone: “Sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad. Mexicanizar el saber, es decir, hacer objeto de estudio la antropología y el medio natural del país. Hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana. Emplear el sentido del servicio y amor fraterno del ser humano como medio de ayuda a los más desprotegidos, y Valerse del industrialismo —como simple medio, nunca como un fin— para promover el progreso de la nación”.

Y se preguntará usted querido lector, lectora, porqué hago referencia al legado Vasconselista, simple y sencillamente porque guste o no, es la piedra angular sobre la que se fundamenta la Educación en México. Las escuelas normales forman maestros, cuya carga curricular tiene asignaturas tales como: estrategias de aprendizaje, historia de la educación en México, didáctica, evaluación, diseño curricular en México, psicología del educando para preescolar, primaria, secundaria, ética, estadística aplicada a la educación, necesidades educativas especiales, políticas educativas, comunicación y desenvolvimiento matemático, desarrollo del niño y/o adolescente,  Propósitos y contenidos de la educación básica, entre muchas asignaturas más, sin olvidarnos que además en la educación secundaria y en algunos casos en primaria, están las especialidades en: matemáticas, español, biología, inglés, geografía, química, física, formación cívica y ética, educación física y educación artística, entre otras.

Y es que al realizarme la pregunta acerca de ¿Todos pueden ser maestros? Mi respuesta es concreta y brutalmente sincera: NO.

Las escuelas normales forman maestros que están preparados para asumir el reto más importante que tiene la nación, transformar la realidad social desde las aulas. Para ellos se les prepara en como diseñar las estrategias para que los alumnos aprendan, cómo se les evalúe mejor, para saber actuar ante los diversos comportamientos y actitudes del alumnado. Para ello acuden durante cuatro años a una normal y en un gran porcentaje del tiempo, realizan prácticas profesionales. Por eso aclaro, sin el afán de ofender a nadie ¡No cualquiera puede ser maestro!

Las universidades forman líderes, pero esos líderes en el océano de la educación básica, no sabrán cómo reaccionar ante las necesidades del alumnado, tampoco cómo dirigir sus aprendizajes y si lograran obtener una plaza, entrarán sin experiencia, aprendiendo del ensayo y error y con todo respeto, nuestros alumnos requieren de verdaderos profesionales de la educación. Desde ésta óptica, no puedo negar que en la educación universitaria, los profesionistas sean excelentes facilitadores, pues al llegar a esa etapa, el alumno ya trae consigo un bagaje educativo y cultural, que le permite prepararse para su vida profesional.

Son poco más de 128 años de formar docentes, en donde en algunas ocasiones por necesidades del servicio, se les permitió a los profesionistas impartir clases, de quienes tenemos gratas historias porque se prepararon durante varios años, convencidos de que las aulas, era su proyecto profesional de primer orden. Sin embargo, hay historias, en menor porcentaje, donde alguien que no pudo alcanzar sus metas profesionales y fracasó como médico, abogado, contador, biólogo, etc., eligió trabajar como educador, pero en su misma amargura profesional, lastimó la vida de quienes lo esperaban para aprender lo mejor de él.

Hay un refrán muy conocido… “Zapatero a tus zapatos” y en aras de una educación de calidad que nos inserte en un panorama global, debemos partir de la primera realidad, deben ser los maestros quienes preparen a los alumnos en las aulas; pero existe una doble realidad, nos guste o no, lo queramos aceptar o no, México no es Finlandia.

Es una realidad el que se trabaja mucho para que se mejore la calidad en la educación, pero que existen diversos elementos internos y externos que no permiten dar ese salto, también es debemos entenderlo como la realidad en donde debe partir cualquier proyecto educador.

Los maestros educan y forman alumnos en la educación básica y la universidad recibe a ésos alumnos para convertirlos en líderes, pero en la disciplina en la que diseñaron su proyecto profesional a desarrollar a lo largo de su vida. Seguirá siendo la vocación la que defina quién debe estar frente a un salón de clases y será la educación la que impulse el desarrollo de México.

Maestros, sacerdotes y pastores, seguirán siendo los guías morales de nuestra sociedad. La vocación de enseñar se demuestra en la capacidad de atender, cuidar, dirigir a los alumnos en el desarrollo de sus competencias múltiples. A mí me encanta defender las causas justas, pero eso no me hace una buena abogada.