Casos: Abandono Escolar

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PUPITRE AL FONDO

Por: Blanca F. Góngora*

Ayer  llegó la mamá de Cisneros, pidió la baja definitiva, recibió su documento y terminó ahí las posibilidades de una “vida mejor” para su hijo. Ella se fue  y pese a que su hijo había faltado a clases constantemente las últimas semanas, se tenía la esperanza de que un rayo de luz cambiara ese trágico destino que por más que se trató de iluminar, no se pudo; pese a que no se tiraron las armas y  se luchó  hasta  el último momento. No tenía para uniformes, ni para materiales, ni para sus desayunos escolares, ni para zapatos, ni para tareas, ni para soñar.  Vivió de su casa al albergue, del albergue a la calle, y así constantemente.  Los docentes y administrativos  iban supliendo las carencias económicas y algunas tantas afectivas.  Trabajo Social, Psicología, Dirección y más de algún docente se encariñó con ese “joven señor” que  sabía exponer su situación tan maduramente, tan sabedor de sus obligaciones y derechos. Le quisimos mucho y se lo demostramos, no faltaron lágrimas ni nudos en la garganta compartidos en más de alguna de sus visitas a Psicología y Trabajo Social.

Su familia, además de numerosa y pobre, estaba acechada por la enfermedad, la violencia,  y la poca fe en la educación. Se fue y se ha ido a recoger basuras con otro señor con el que trabaja desde hoy, mientras su papá,  desahuciado, sigue moribundo en cama.

Se le llegó a reprochar  por qué no ponía atención, por qué no traía tareas, por qué no cumplía con el uniforme, por qué “cabeceaba” en clases, por qué no se esmeraba en la presentación de sus trabajos, por qué salía mal en los exámenes, por qué jugaba mucho y “se paraba sin pedir permiso”, por qué estaba metido en todas los reportes de indisciplina que se generaban en su grupo. Lo reportó una maestra, y otra también, y otra también y los que no, con su calificación  lo dijeron todo. Debo aclarar que también hubo quien valoró sus pequeños logros, y le motivó, y le tomó en cuenta sus mínimos esfuerzos por mejorar, pero creo que  el fracaso ha sido evidente.

¿Culpable?: Usted tiene la respuesta. ¿Perdedor?: Otra vez nuestro país. ¿Solución?: Más apoyo para las clases desfavorecidas, para esas que están en los márgenes, y que de verdad no pueden con tantas carencias;  pero  también para nuestras escuelas, pues además de que no cuentan con un presupuesto,  siguen maniatadas en sus luchas por detener la deserción escolar que rebasa sus alcances. Mientras nuestros alumnos no tengan saciadas sus necesidades esenciales: salud, vestido, alimento, recreación, etc., sus mentes no tendrán la paz necesaria para estudiar y acreditar un currículo, mismo que, siendo sinceros, es  inabarcable.

*www.facebook.com/blanca.f.gongora