Adiós a Miguel Berra y al lugar que perduró en el tiempo

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Entre libros y café

Por: José Luis Cobián

Adiós al amigo, agradable, apacible, cordial en el trato y a veces taciturno, Miguel Berra, el mago del ingenio para contar fantásticas, divertidas y a veces aterradoras historias, quien deja una gran nostalgia en su Manzanillo.

Recordarlo a él, es acordarse de aquel, su añejo, pero distinguido Bar Social, allá en el centro histórico, donde se percibía el recuerdo nostálgico, que hoy se acentúa, de un pasado, y en su interior se forjaba siempre una aventura, donde el tiempo y el destino se detenían para despertar la añoranza del manzanillo de ayer, producto de un personaje muy especial, Don Miguel Berra, nacido en Manzanillo quien gozaba de una cordialidad y una riqueza de vivencias que muchas veces nos permitió conocer a los visitantes y a los buenos amigos en común, Arturo Figueroa Cárdenas y Edgardo Argaez Valencia, sobre la vida, de la real familia manzanillense.

Ese lugar donde se reunió, como él, el navegante, el arquitecto, el escritor, el cronista, el empresario, el periodista, el pintor y el estudiante, conversando en alguna mesa degustando un Whiski, o en la barra del lugar con un bacacha blanco que le gusta al Bicho Gardo, o quizás, como dijo Umberto Eco, el chato de vino blanco para los tranviarios, artesanos y los clientes más aristocráticos, el cinzano por claretes Doc para los intelectuales democráticos, el Johny Walker para los revolucionarios, pasar del etiqueta roja al Ballentine de doce años y finalizar con el malta.

Alguna vez entre botellines de tónica refrescante nos contó sobre las imágenes en tonos sepia que rememoraban el pasado, como aquella foto donde se ve al padre de Don Miguel, montado en una bicicleta cuando estableció el reto de tomarse unas copas y después darle la vuelta a la barra en la bicicleta, reto que siguió abierto a los visitantes bajo su responsabilidad. Cuando rara vez llegaban algunos osados, Miguel les informaba del sin fin de huesos rotos y varios difuntitos por realizar tal proeza, siempre terminaban por desistir.

Aún creo recordar, como flashazos en blanco y negros, que los buenos caldos se toman de la siguiente manera, por la tarde un Gin Martini porque estimula y vigoriza, y por otro lado un Whisky por la noche porque calma e induce a la fantasía, al ensueño, o como se dice en francés a la rêverie.

Aquí, el agua, el café y las bebidas, solo fueron el sencillo pretexto que nos llevaba a una agradable conversación con Miguel Berra, un hombre que sabía reconocer las vivencias y la voz de la tierra.

Nos unimos profundamente a la pena que embarga a Gogy, Maicol, Alejandra Berra y familia, de parte de sus amigos Cristina Michaus, Arturo Figueroa, Edgardo Argaez y Anabelle Terry, “Cubana”, como él le decía.

“No para siempre en la tierra, solo un poco aquí”, Nezahualcoyotl. La nostalgia embarga a Manzanillo, tras morir ayer el buen Miguel y en su ausencia los muebles de su bar han sido sustituidos por los ecos de sus pasos, nos vemos en la próxima estación amigo. Para que no quede nada en el tintero. [email protected]