A propósito de la paternidad…

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Durante décadas el padre era considerado el sostén de la familia, el jefe que daba el recurso para la alimentación y vestido, pero también el que decidía en torno a la vida de los hijos. El padre, esperaba con amor y ternura la llegada de un hijo o hija, donde cuenta los minutos y es tal su felicidad que la grita a los cuatro vientos para que el mundo la conozca.

La figura paterna era en aquellos años fundamental para que los hijos, sobre todo los varones aprendieran esquemas de como conducir una familia, pues recordemos “que el ejemplo arrastra” y es que hace algunas décadas, la paternidad era un asunto muy serio, que no requería de juicios por reconocimiento ni de chantajes emocionales para obtener ventaja en un juzgado.

Desde la familia se educaba en valores y el padre salía a trabajar y regresaba a casa, la esposa se dedicaba a cuidar de la familia, ya que para eso había aceptado el compromiso de casarse y renunciar a los privilegios de ser hija de familia, para ahora adentrarse en su nuevo rol. Es así como los hijos imitaban patrones de conducta y lo vemos hasta la fecha que ése esquema opera por lo menos en un 40 a 50 por ciento de los hogares.

Sin embargo no podría prevalecer para siempre el esquema de matrimonio en donde papá y mamá siempre estuvieran juntos para que sus hijos crecieran con esos ejemplos. Tampoco el que los hijos se comprometieran y se casaran o que las hijas repitieran esas conductas. 

Las madres solteras desde siempre existieron, solo que antes, los tabúes que se practicaban al interior de la familia, las obligaba a llevar una vida discreta, en donde el hijo veía en el abuelo a la figura paterna y en donde generalmente tanto la madre y el hijo, eran marginados al interior de la familia, pues atreverse a burlar las reglas escritas de la sociedad, no era algo que se tuviera que premiar. Generalmente esas madres de familia trabajaban duras jornadas para sacar adelante a sus hijos o bien, terminaban siendo la tía que se convertía en la nana de todos los sobrinos y cuidaba de sus padres hasta su muerte.

Como tradición las hijas tenían una edad permitida para experimentar un noviazgo y debían elegir bien y guardar las formas hasta el matrimonio. Pero las generaciones comenzaron a rebelarse a esos patrones de conducta y las relaciones sentimentales sin el consentimiento de los padres, fueron la puerta de entrada a los embarazos no deseados y en los casos más impensables, el concebir hijos con una persona que se encontraba comprometida a matrimonio o casada. 

Y fue así como se multiplicaron estas situaciones en donde la mujer debía enfrentar la decisión de haber dado la prueba de amor a un hombre que no quería formar una familia, ya que no existían posibilidades para que ese hijo o hijos, pudieran tener una oportunidad de vivir con el apoyo y convivencia del progenitor. Pero no hay que perder de vista a los que se casaban forzados por la existencia de un embarazo, esos matrimonios estaban en un gran porcentaje destinados a fracasar.

Y en las décadas desde los 30’s hasta los 70’s se podría decir que la mujer era en algunos casos la soñadora que dio todo por amor o la víctima de una relación en la que no hubo correspondencia ni en los sentimientos, ni en los proyectos juntos. La mujer se quedaba sola para enfrentar la difícil situación de sacar adelante a los hijos. Y era la viuda, la divorciada y la madre soltera quienes en esos años sufrieron de un sinnúmero de abusos y abandono con el tema de sus hijos.

Pero seamos totalmente honestos y no podemos negar que desde la década de los 80’s inició un bombardeo masivo de información acerca del noviazgo y la prevención de embarazos, y posteriormente en la década de los 90’s la información era sobrada ya ni que decir en estos tiempos que hasta bebé biónico llevan a las escuelas para que las jovencitas comprendan la importancia de que en el noviazgo conozcan a la persona, no se dejen llevar por las emociones, controlen las hormonas y eviten a toda costa un embarazo no deseado.

Entonces ya desde los 90’s el tema no era nuevo y hubo quienes de manera inconsciente decidieron no solamente traer un hijo al mundo, sino que fueron dos o más, si le añadimos la difícil situación económica y la crisis de valores que a nivel global prevalece. Peor fue la situación si se aventuraron a tener hijos a sabiendas que la persona tenía ya un compromiso o tenía más hijos, no habría correspondencia e iniciarían los reclamos de ida y vuelta. 

Si a esto le sumamos las nuevas disposiciones jurídicas encontraremos abarrotados los juzgados de juicios por reconocimiento de paternidad, pensión alimenticia, omisión de cuidados, perdida de la patria potestad, en donde se busca luchar por los derechos de los hijos; lo malo es que los recovecos legales no contemplan que en un porcentaje importantes de los casos, la irresponsabilidad jugó un papel importante y los paganos de las malas decisiones de los padres y de las madres siempre serán los hijos.

No podemos exigir derechos para unos, afectando los de otros, no se puede pedir justicia cuando el camino está lleno de mentiras y no puedes exigir más de lo que se debe otorgar por ley. Desde esta perspectiva urge regular situaciones jurídicas que en algunas ocasiones traspasan los muros de los juzgados sin que agresiones y calumnias sean sancionadas; en el marco del día del padre protesto por aquellos casos en los que abusando del derecho, se destrozan dignidades de varones, se afectan a los hijos que fueron concebidos dentro del matrimonio, y se pretenda otorgar más beneficios a los que se procrearon sin el consentimiento de ambos. En algunos casos se le impongan a los padres pensiones inhumanas que lo dejan sin margen de subsistencia para sus otros hijos. Porque el velar por los derechos de la mujer, jamás debe ser visto o utilizado para abusar de los derechos del hombre.